Indagar sobre las motivaciones que tiene toda persona para servir es un ejercicio interesante, porque permite adentrarse en los sentimientos e intereses más profundos de los ciudadanos. De hecho, se percibe como algo normal cuando se constata que la mayoría de niños sueña con convertirse en uno de los superhéroes que construyen esos mundos, donde la justicia y las buenas obras se imponen.
Por eso llaman la atención las historias de los aspirantes a agentes de la Policía Nacional Civil (PNC), adultos y profesionales de diferentes regiones del país, quienes manifiestan el noble propósito de servir a los guatemaltecos. Hombres y mujeres que, inspirados en padres, hermanos o tíos sienten el llamado de pertencer a la institución constitucionalmente creada para resguardar a los ciudadanos y sus pertenencias.
Las historias descubren también que, además de proteger a sus conciudadanos, los aspirantes a policía tienen proyecciones mucho más trascendentes, como el hecho de procurar que niños y jóvenes se conviertan en personas de bien, que busquen en la educación el camino que los llevará a la realización plena.
“Servicio”, “ilusión”, “disciplina” y “emoción” fueron algunos términos pronunciados por los entrevistados al momento de responder sobre los motivos que los lleva a convertirse en agentes. Escucharlos genera optimismo y alienta la esperanza sobre el futuro de la PNC, institución golpeada por algunos malos agentes que en este momento son depurados y, en el peor de los casos, llevados a procesos administrativos y penales.
Confiamos en que los casos de Litzi, Drucila, Carlos y Walter narrados en nuestra publicación de hoy sean el reconocimiento a una institución que sirve y proteje las 24 horas, los 365 días del año. Vaya el aplauso, de pie, a ellos y a quienes integran las fuerzas de seguridad y a los que anhelan su incorporación, personas dispuestas a ofrecer la vida a cambio de cimentar un mundo o un país donde el bien y la justicia dejen de ser una mera aspiración.