Javier Santos, Elisabeth Viles y Carmen Jaca
Departamento de Organización Industrial
Tecnun- Escuela de Ingeniería de la Universidad de Navarra
Sin embargo, esta solución podría no ser sostenible para la fábrica en términos sociales y medioambientales. Imaginemos que la carga contaminante por litro de agua aumentara debido a esta reducción.
Otras estrategias buscan valorizar los residuos que producen, dándoles un nuevo uso e intentando, a su vez, reducir en sus fábricas el impacto que generan esos mismos residuos. Por ejemplo, en el sector alimentario, gracias al desarrollo de nuevas biotecnologías, se están explorando modelos de negocio ligados a los nuevos productos que se pueden extraer a través de los residuos actuales de estas materias primas. En algunos casos se ha visto que estos negocios no pueden llevarse a cabo, porque el volumen de residuo generado actualmente no es suficiente para poner en marcha el proceso de transformación. En estos casos, ¿podría tener sentido aumentar en las fábricas el uso de estas materias primas para minimizar el uso neto de la misma, con una visión más holística de toda su cadena de valor?
Vemos que lo que la Economía Circular nos está proponiendo es un cambio de enfoque radical a lo que hacemos
habitualmente.
Otro camino posible es la simbiosis industrial. Esta estrategia contempla la colaboración entre empresas, de manera que los “deshechos” de una puedan ser “alimento” de otra.
Pero, ¿por qué nos conformamos con el recurso que se obtiene del proceso de una compañía y no hacemos un diseño conjunto? Supongamos que una empresa emplea agua en su proceso de producción y, antes del tratamiento en la depuradora, los nutrientes disueltos en el agua procedentes del lavado de los vegetales pueden ayudar a mejorar el rendimiento de los cultivos cercanos. ¿Podría el agricultor emplear esa agua? O ¿qué pasaría si la empresa industrial aumentara su consumo, añadiendo en su proceso el agua que emplearía el agricultor? En este caso, una vez utilizada (posiblemente con un mayor rendimiento de sus procesos al aumentar el caudal), se la vendería al agricultor a un precio que podría ser incluso menor al que pagaría el agricultor en origen.
Vemos que lo que la Economía Circular nos está proponiendo es un cambio de enfoque radical a lo que hacemos habitualmente. No bastará con hacer pequeñas adaptaciones, si seguimos haciendo lo de siempre. Debemos poner el foco en la “R” de Repensar, aunque no sea sencillo ni inmediato. Tampoco lo fue la transición del fordismo al toyotismo, pero hoy en día no se entiende la mejora continua sin estos principios. Y adaptar nuestra producción a una Economía Circular Sostenible es un cambio necesario que, bien entendido y asumido, agradecerán las futuras generaciones.