Dr. Jorge Antonio Ortega G.
La proliferación de las maras en los países que conforman la región en mención de esta ponencia y sus efectos directos contra la seguridad, la integridad y la defensa de los bienes de las personas, producen el abandono de sectores habitacionales que luego son usurpadas por estos grupos, clausura de negocios por la extorsión o el impuesto de seguridad que ellos imponen a los comerciantes y transportistas.
En igual forma, a los sistemas de distribución que son constantemente bloqueados por el asesinato de los operarios, estas situaciones son el detonante que hace incrementar el precio de la canasta básica o el desabastecimiento de los mercados y comercios.
La combinación de la escasez de bienes y servicios, el incremento de los precios y la proliferación del mercado negro o contrabando es un resultado directo de la actividad de estas bandas juveniles hacia la inestabilidad de la región, principalmente en la parte norte de Centroamérica.
El terrorismo, por su capacidad global, es una amenaza asimétrica que está latente.
El narcotráfico encontró en la región todo lo necesario para su pervivencia: clima apropiado para el cultivo, cosecha, procesos diversos, comercialización, transporte, consumo y otros.
América Central es el paso obligado por cualquier medio hacia los mercados de consumo, no hay otra alternativa, y por esa razón se ve el incremento de los carteles, su intercomunicación en toda la región, sus luchas de poder y su infiltración en las instituciones de los Estados, organizaciones sociales y otras.
Su convivencia es con comunidades aisladas y/o fronterizas, que se benefician directamente de esa actividad ilícita. Las capacidades del narcotráfico y actividades conexas hacen vulnerable a los Estados, los cuales se ven infiltrados y erosionados en función de su actuar frente a esta amenaza que afecta al hemisferio occidental en su conjunto.
Su impacto es directo en las estructuras de poder, debido a su capacidad económica y sus mecanismos de reclutamiento. “…los carteles mexicanos han realizado operaciones dentro del Triángulo Norte centroamericano formado por Guatemala, Honduras y El Salvador, área que brinda refugio contra los esfuerzos antinarcotráfico del Gobierno mexicano… los cárteles mexicanos utilizan estas áreas remotas en la región para mantener y expandir sus actividades ilícitas.”
Desde la óptica de este análisis, la amenaza del narcotráfico es la de mayor envergadura y logra aglutinar el resto de las fuerzas antagónicas en momentos coyunturales, como el crimen organizado, las maras, el trasiego de armas, en fin, se ha consolidado como el gran coordinador de las amenazas asimétricas en el hemisferio occidental.
El terrorismo, por su capacidad global, es una amenaza asimétrica que está latente, no se puede descartar desde ninguna razón; su neutralización depende de la capacidad de vigilancia, controles y capacidad de respuesta a los indicios de sus actividades en la región. La situación se complica en el momento que el terrorismo encuentra nicho en el narcotráfico y se activan como un binomio complejo, de un impacto que sobrepasa las prevenciones, los mecanismos de seguridad y defensa de los Estados.
La posición de Centroamérica es primordial para cualquier actividad en el hemisferio occidental, de hecho, gravitante por su cercanía con los núcleos de poder y los mercados más grandes de la posmodernidad. Su ubicación es importante, lo cual está fuera de discusión. Debido a su posición geográfica privilegiada constituye un ámbito de enormes oportunidades, pero al mismo tiempo la hace sumamente vulnerable en todo el sentido amplio de la palabra.
El fraccionamiento americano beneficia la atomización de las normas jurídicas, que se generan desde el andamiaje legal que sostiene a los Estados y que integran el área. Esto va formando zonas donde la ley se puede aplicar.
¡Felices fiestas de fin de año!
