Guillermo Monsanto
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Bajo el título Joyas artísticas del Banco de Guatemala se ha venido reeditando un documento indispensable para el registro, gestión y difusión de una de las pinacotecas oficiales más importantes del país. Esta colección, atesorada con cierto rigor a lo largo de varias décadas, es el producto de los programas culturales propuestos por la institución desde hace décadas que incluye ensayos en revistas y otro tipo de publicaciones que se suman a significativas exposiciones contemporáneas y retrospectivas en la sala Carlos Mérida.
El compendio está bien fundamentado y puede, por sus contenidos, tomarse en serio como guía excepcional para el estudio de las artes visuales del siglo XX (principalmente). Esto, sin tomar en cuenta los tesoros que guarda el Museo de la Numismática y los otros objetos en custodia que conforman el resto del legado. Sujetos analizados en otras divulgaciones y que también aportan datos de gran valor para el análisis y entendimiento de su esencia histórica.
Documento indispensable para la investigación de las artes visuales del país.
La importancia de Joyas artísticas del Banco de Guatemala radica en su atributo no comercial. Por eso, los ensayistas convocados se centraron en el examen de los contenidos desde una visión formalista e histórica. Ejercicio que redundó en el desarrollo crítico de cada lapso y el estudio de piezas sobresalientes de la colección (que son muchas y muy buenas). De allí, que se exploren con profundidad poco usual, períodos muy mal documentados en otro tipo de libros de arte como las promociones del cincuenta y del ochenta. Ambas, marcadas por acontecimientos políticos y de transición que las dejó un tanto dispersas a pesar de contar con protagonistas de mucha visibilidad.
La primera de ellas, la generación del cincuenta, se vincula a la Secretaría de la Presidencia del coronel Árbenz a través del Taller Libre de Grabado (Escuela Nacional de Artes Plásticas), bajo la tutela del mexicano Arturo García Bustos. Aquel grupo produjo arte esencialmente político.
La segunda quedó a la deriva en el proceso de traslape con el fin del Conflicto Armado y el cambio de rumbo que tomaron las artes visuales provocado por los curadores, las galerías de arte emergentes y la reconstitución de las subastas, que se sumaron al afán de guiones más contemporáneos.
El libro también le da un espacio importante a la arquitectura y a los murales internos y externos del edificio. Como no se comercializa, este quizás pueda ser solicitado por medio de la oficina de relaciones públicas del Banco de Guatemala. Es un documento altamente recomendado ya que cuenta con importantes firmas como las de Jorge Montes, Martha Regina de Fahsen, Marcia Vásquez de Schwank, Ricardo Martínez y Silvia Lanuza, entre otros.
“Documento indispensable para la investigación de las artes visuales del país.”