Ramiro Pellitero
Profesor de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra
Por eso nos viene muy bien (la necesitamos) la adoración ante la Eucaristía. Segundo mensaje: ”Dejemos que Jesús, Pan vivo, sane nuestras cerrazones y nos abra al compartir, nos cure de nuestras rigideces y del encerrarnos en nosotros mismos, nos libere de las esclavitudes paralizantes, de defender nuestra imagen, nos inspire a seguirlo adonde Él quiera conducirnos. No adonde yo deseo”. Y así llegamos al tercer paso.
3) El camino con Jesús. Jesús le recrimina a Pedro, pero es para ayudarle a que rectifique (cambiando “su Jesús” por el verdadero Jesús) y le siga bien. “El camino cristiano no es una búsqueda del éxito, sino que comienza con un paso hacia atrás, con un descentramiento liberador, con el quitarse uno del centro de la vida”. Entonces es cuando se puede caminar en pos de Jesús. Es decir, avanzar con su misma confianza (hijo amado de Dios), para servir y no ser servido (cf. Mc 10, 45), ir al encuentro de los demás, en este mismo Cuerpo (¡la Iglesia!) que formamos con ellos por la Eucaristía. Para eso hemos de dejar que la Eucaristía nos transforme, como a los santos. Tercer mensaje del día: “Como ellos, no nos contentemos con poco, no nos resignemos a una fe que vive de ritos y de repeticiones, abrámonos a la novedad escandalosa de Dios crucificado y resucitado, Pan partido para dar vida al mundo. Entonces viviremos en la alegría; y llevaremos alegría”. En efecto, y así tenemos el mensaje central del Papa en este viaje: la Eucaristía nos transforma para que sepamos reconocer al Señor, discernir nuestro camino en pos de Él y servir a los demás.
La libertad es necesaria, pero no es algo fácil y estático.
2. Libertad, creatividad y diálogo. En su encuentro con los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas y catequistas en Bratislava (13-IX-2021), el Papa partió del pasaje de los Hechos de los apóstoles 1, 12-14, señalando que también nosotros hemos de caminar juntos según ese estilo: en la oración y en un mismo espíritu, acogiendo las preguntas y anhelos de los demás, evitando la autorreferencialidad, la preocupación excesiva por nosotros mismos, por nuestras estructuras, por cómo nos mira la sociedad. Concretó su enseñanza en tres palabras.
1) Primera palabra: libertad. Evocando la dura historia de Eslovaquia, señalaba Francisco. La libertad es necesaria, pero no es algo fácil y estático, es un camino fatigoso. No basta, explicaba, una libertad exterior, sino que la libertad llama a “ser responsables de las propias decisiones, a discernir, a llevar adelante los procesos de la vida en primera persona”. Y esto es arduo, esto nos da miedo, porque (como la travesía por el desierto después de la salida de Egipto) es un camino difícil.
Continuará…