En los primeros días de noviembre de 2021 se celebrará “la Cumbre
del Cima COP26”, auspiciada por Naciones Unidas, tal como lo anunció la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático (UNFCC), en la cual se visualiza consensuar importantes y necesarias políticas para la reducción de los gases de efecto invernadero que ahora se le agregan las consecuencias de la pandemia.
Los organizadores afirman que “La COP26 puede ser un momento en que el mundo se una para lograr una recuperación resiliente limpia. Los expertos han calificado la cita de Glasgow como la ronda de conversaciones más importante, desde que los líderes mundiales alcanzaron el Acuerdo de París, en 2015, para frenar la emisión de gases contaminantes”. Según la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena), “el mundo necesita un sector energético descarbonizado para la segunda mitad del siglo”.
El análisis de esta prestigiosa institución muestra que la eficiencia energética y las energías renovables tienen el potencial de alcanzar el 90 por ciento de las reducciones de emisiones mundiales necesarias para 2050, y esto solo será posible aumentando la generación con energías renovables, la cual debería representar dos tercios del suministro de energía primaria mundial en 2050, lo cual se logra con la innovación en el subsector de la generación eléctrica.
La innovación en la integración de sistemas reduce los costos de las tecnologías disponibles, como el almacenamiento de energía y la infraestructura de la red.
Esto es la base para que los sectores de consumo final, como el transporte terrestre y marítimo, avancen en la descarbonización de su consumo; la reducción de gases de efecto invernadero es una cuestión urgente, ya que una transición energética a gran escala toma décadas debido a las diferentes medidas de desarrollo tecnológico, la larga vida útil del stock de capital existente y el papel actual de los combustibles fósiles en todas las economías y estilos de vida.
En Guatemala, la integración de las energías renovables en la matriz de energía eléctrica es un caso de éxito; la energía renovable ya ocupa una sólida posición en la capacidad instalada. Según Cepal, en 2019 alcanzó el 66 por ciento, y en el caso de Costa Rica prácticamente el 100 por ciento, pero se requiere en un futuro próximo seguir añadiendo grandes cantidades de estos recursos por lo que lograr su potencial necesita de esfuerzos adicionales en innovación para su integración al sistema.
En Guatemala, alcanzar el 100 por ciento de la producción de energía eléctrica con recursos renovables y autóctonos es posible; las tecnologías de generación renovable en el sector eléctrico son económicamente viables y la innovación, junto a las economías de escala, continuará reduciendo sus costos haciendo que el negocio sea más sólido.
El siguiente paso por lo tanto es centrar los esfuerzos de innovación en la integración de altas cuotas de recursos renovables intermitentes, como la solar fotovoltaica y la eólica en los sistemas de energía. La integración de recursos variables intermitentes es posible, gracias a opciones de flexibilidad como el fortalecimiento de la red, la gestión de la demanda, el almacenamiento de energía y la operación inteligente de la red.
La innovación en la integración de sistemas reduce los costos de las tecnologías disponibles, como el almacenamiento de energía y la infraestructura de la red. Las nuevas tecnologías se basan en enfoques innovadores para operar sistemas de energía, diseñar mercados y crear modelos de negocio.
Las instituciones del sector de energía eléctrica, el MEM, el AMM y la CNEE, juegan un papel fundamental en los esfuerzos para aumentar la innovación, sobre todo en la creación de nuevos diseños de mercado, la construcción de infraestructuras y la creación de nuevas formas de operar el sistema eléctrico, el establecimiento de normas y sistemas de control de calidad y la aplicación de nuevas medidas reglamentarias.