El 24 de septiembre de aquel 1991, Soundgarden publicó su tercer álbum llamado Badmotorfinger, un disco que en su conjunto es nitroglicerina musical.
La saturación de la música pop en pleno apogeo, de aquel momento, hizo que pasaran inadvertidos discos como el Nevermind de Nirvana y el Badmotorfinger de Soundgarden que, como dato curioso, salieron a la venta el mismo día. Nevermind encontró su paso al éxito de crítica y ventas a principios de 1992 mientras que para Badmotorfinger, todo vendría como un tercer acto después de Nirvana y Pearl Jam.
Aun así, Badmotorfinger contiene hard rock de gran factura mezclado con lo mejor del “grunge de Seattle”. Soundgarden venía explorando en sus anteriores discos con un sonido más elaborado que le permitiera explotar y lo consiguió con este tercer disco. Un Matt Cameron que rompe cabezas con la batería. Un Kim Thayil que cuando rasga un acorde eriza la piel e invita al “headbanging”. Ben Shepherd, recién integrado, aporta una línea de bajo robusta y luego Chris Cornell que no es nada más que el mejor vocalista que ha dado el grunge y uno de los mejores del rock.
Badmotorfinger contiene hard rock de gran factura.
La voz de Cornell es lo que más eriza la piel. Cuando despega y se rasga esparce esa bilis como perdigones haciendo más inflamable la canción. La potencia de Cornell y la banda, nos deja boquiabiertos en Slaves & Bulldozers pero hay más.
Están los éxitos: Rusty Cage, el escape de la prisión mental. La canción encantó al mismísimo Johnny Cash que hizo su propia versión. Outshined, con un rock pesado de bar y letras que narran el vaivén emocional entre la confianza y lo miserable.
Pero Jesus Christ Pose es superlativa e incendiaria, feroz y mastodóntica. Thayil confecciona unos acordes que te dejan inmóvil. Cameron embiste con un ritmo inclemente mientras Shepherd golpea el bajo a toda velocidad y Cornell encuentra notas imposibles y todavía tiene tiempo de romperse dentro de nuestros sentidos.
Face Pollution es Soundgarden a toda máquina con esa droga que nos inyectó en las primeras canciones. Somewhere es el clásico Soundgarden de grunge sucio de bar herrumbroso. En Searching With My Good Eye Closed y Room A Thousand Years Wide, explora otras dimensiones y acrobacias que la banda tiene en su repertorio. En Drawing Flies hay mucho de Led Zeppelin, Black Sabath y Deep Purple en las venas. Dura tan poco que no queremos que termine. Holy Water y New Damage son unas perlas del género que terminan un disco rotundo.
Badmotorfinger no es tan emocionalmente complejo como el Nevermind de Nirvana o el Ten de Pearl Jam. Posee una testosterona musical ambiciosa y casi perfecta. La banda nunca sonó tan atómica y robusta. Fue un pico alto en la carrera de la banda. Puede ser que las canciones sean demasiado sofisticadas para el metalero pero no deja de ser es un deleite sonoro que combina oficio e intelectualidad del mejor hard rock con la justa medida de un grunge que pone la cuña para romperte la cabeza.