Guillermo Monsanto
Tengo muchos años de trabajar en el sector cultural y no encuentro justificación de ningún tipo para que, so pretexto de revindicar cualquier causa, se promueva la destrucción de los bienes de los chapines. El 12 de octubre pudimos apreciar los alcances del odio. Una turba, exacerbada por a saber quién, se encarnizó contra dos monumentos considerados patrimonio artístico de la nación.
Somos una sociedad multicultural y plurilingüe que enfrenta muchos desafíos. Llevar educación y desarrollo a la mayoría de las comunidades del interior es un reto en el que trabajan varias organizaciones y queda mucho por hacer. La diversidad que conforma el complejo universo del guatemalteco requiere de un equilibro que conduzca al entendimiento de la nación y no a su división por medio del terrorismo. Mismo que redunda, como respuesta inmediata, en la desconfianza entre y hacia diferentes
comunidades.
El patrimonio artístico de la nación es de todos, e incluye desde Maximón hasta Cristóbal Colón y la Virgen del Rosario.
Me sorprendería que los entusiastas iconoclastas supieran qué era lo que estaban haciendo, que hubieran escuchado alguna vez hablar de Cristóbal Colón o de José María Reina-Barrios. De hecho, en los centros urbanos más desarrollados, podríamos quedarnos sorprendidos del grado de desconocimiento que hay sobre aspectos históricos. ¿Qué es lo que sigue? ¿Quemar los libros de Historia o de cualquier ficción que hable sobre el descubrimiento de América?
Es cierto que en el resto del continente está pasando lo mismo con otras estatuas, y que una nueva generación de ideólogos desean reescribir un encuentro que todos sabemos fue sangriento e injusto. En nuestro caso, la riqueza de culturas que conforman nuestro todo podría jugar en contra. Las redes sociales son un buen ejemplo de ello, ya que en algunos casos se sugería destruir las efigies de Atanasio Tzul y Tecún Umán, algo que sería impensable pero posible. ¿Esta es la confrontación que están buscando? ¿Quién gana y quién pierde con ello?
El sindicado por los hechos del 12 de octubre probablemente sea la víctima del evento. Delincuente, pues sí lo es. Literalmente lo agarraron con las manos en la masa. Si vino por su libre albedrío, le va a costar caro el tour por las avenidas La Reforma y Las Américas. En el caso que no fuera por su voluntad, como sugieren las diferentes plataformas, ¿se va a poder llegar al autor intelectual de este acto de odio? Es difícil saberlo. Nada justifica la destrucción de una pieza artística. Llegó el momento de evolucionar.