Ángel García
Director Comisión Nacional de Energía Elé[email protected]
En el desarrollo de las columnas de opinión anteriores ya hemos establecido dos hechos en función de la operación real de nuestra matriz energética durante 2019 y 2020, siendo el primero un año seco y el segundo, húmedo: 1) La generación hidroeléctrica fue menor en un 24 por ciento como consecuencia de la falta de lluvias; y 2) Esa energía faltante fue suministrada por centrales térmicas de vapor para operación en la base, las cuales fueron seleccionadas por el Administrador del Mercado Mayorista (AMM) con base en el criterio de despacho al mínimo costo con prioridad a la oferta térmica constituida por otros tipos de centrales de mayor costo variable.
Revisando el detalle mensual de los reportes operativos provistos por el Administrador del Mercado Mayorista, se puede apreciar que fue la totalidad de la generación de base disponible (vapor) la que se convocó a generar por sequía durante los meses de lluvia de 2019, de lo que se deducen dos riesgos críticos para el aseguramiento del suministro eléctrico a nuestro pais: 1) Primer Riesgo: la disponibilidad de reserva térmica de base estuvo en su nivel apropiado en 2019 debido a que la ausencia de cualesquiera de ellas hubiera obligado a arrancar centrales de tecnología reciprocante o bien a aumentar las importaciones desde México, lo que se traduce como un escalón incremental mayor en los costos operativos del sistema. Ese riesgo se puede confirmar observando que la diferencia de aporte energético de otras centrales de generación no renovable, las que incluyen a los motores reciprocantes operados con búnker, turbo generadores diésel e importaciones desde México provenientes de generación con gas natural, fue realmente muy pequeña. 2) El segundo riesgo que se analiza proviene del hecho de que se pueda dar un evento de sequía más prolongada, ya que el escenario de 2019 no fue el más crítico en lo que a duración se refiere. Históricamente se han registrado sequías de varios años de duración cuyos efectos ya se experimentaron en el transcurso de los años ochenta.
Es necesario retomar el tema de agregar a nuestro sistema una reserva fría.
Si la sequía se hubiera prolongado al año 2020 (que por el contrario fue muy húmedo), toda esa generación de base hubiera continuado operando pero ya en la forma normal y no como reserva extraordinaria, pero a la vez se hubiera perdido buena parte del componente de media base y pico de las hidroeléctricas en una magnitud que realmente desconocemos, haciendo necesaria todavía más generación térmica que la observada. Además, considerando que todo país prioriza en condiciones de crisis el suministro energético local, se debe introducir al balance de riesgos la eventual pérdida de las importaciones provenientes de México ya que las sequías afectan por lo general áreas geográficas completas. Concluimos que es necesario retomar el tema de agregar a nuestro sistema una reserva fría; es decir, una disponibilidad térmica para eventuales periodos de sequía dimensionada bajo criterios económicos que evalúen la probabilidad y costo del evento.
Adicionalmente, dichos criterios económicos deben considerar que la reserva fría es solo una parte de la ecuación, pues también puede evaluarse retomar la aplicación del concepto de energía firme, el cual fue originalmente parte de nuestra normativa. Y la energía firme como concepto no únicamente aplicable con relación a la oferta energética sino también a la demanda, ya que actualmente la obligación legal de contratar sus requerimientos de energía recae solo sobre la demanda regulada. La actual crisis de contenedores a nivel mundial nos está mostrando que hay problemas latentes que podemos ignorar pero que al momento de manifestarse pueden llegar a tener gran impacto en nuestras finanzas.