Sarali Gintsburg
Investigadora principal de MYOUROPE, Instituto Cultura y Sociedad, Universidad de Navarra
En 1986, Wole Soyinka hizo historia en la trayectoria de los Premios Nobel: fue el primer escritor africano y negro que recibió el galardón en la categoría de Literatura.
Han tenido que pasar 35 años para que la Academia Sueca vuelva a otorgar ese premio a otra persona negra africana, en esta ocasión, al tanzano Abdulrazak Gurnah. Con él son solo siete los escritores nacidos en África que han logrado el Nobel de Literatura, a pesar de que es un continente con una tradición muy rica y larga de literaturas orales y también escritas.
Se trata de un hito importante en la literatura mundial puesto que, aunque existen muchos y excelentes escritores y escritoras africanos y árabes, sus nombres resultan muy poco conocidos por el público general. De hecho, solo tres de las diez novelas de Gurnah están traducidas al castellano.
Es de especial interés también que el ganador de este año sea un novelista de Zanzíbar, el paraíso perdido del mundo árabe (que, tradicionalmente, se refiere a él como “al-Andalus del este”). Este país es el centro de los cruces de caminos de las culturas africanas, árabe, iraní y de la India.
Sunque se vio obligado a huir tan joven, Gurnah tuvo tiempo de absorber durante su infancia y adolescencia la riqueza de la cultura zanzibarí. De hecho, todas sus obras están llenas, de alguna manera, de las memorias del escritor.
Gurnah, de origen árabe, conoce de primera mano la realidad que refleja en sus obras. Tuvo que escapar de Zanzíbar en 1964, cuando tenía 18 años, por miedo a ser asesinado al igual que otros miles de zanzibarís de origen árabe e indio. Fue el caso, asimismo, de la familia de Freddie Mercury.
Se instaló en Inglaterra (país al que llegó con el estatuto de refugiado), donde actualmente vive y donde ha ejercido hasta su reciente jubilación como profesor de literatura inglesa y poscolonial en la Universidad de Kent, en Canterbury.
Un aspecto que ha convencido a la Academia Sueca es la riqueza de sus descripciones sobre África, que se alejan de los estereotipos que tanto abundan en la literatura y ofrecen una mirada diferente a través de historias que dan protagonismo a la población autóctona.
Aunque se vio obligado a huir tan joven, Gurnah tuvo tiempo de absorber durante su infancia y adolescencia la riqueza de la cultura zanzibarí. De hecho, todas sus obras están llenas, de alguna manera, de las memorias del escritor. En ellas muestra su conocimiento de África occidental y de la cultura bantú, así como de la cultura árabe.
Sus novelas reflejan también la historia de los bantús y los árabes, tanto dentro como fuera de su país natal. Por ejemplo, en su primera obra, El Paraíso (Paradise), el escritor describe la historia de la esclavitud contemporánea que repite las rutas del famoso negociante de esclavos Tippu Tip hacia la Cuenca del Congo. Al mismo tiempo, otra de sus novelas, Cerca del mar (By the Sea), nos invita a conocer más y pensar sobre las vidas de migrantes africanos totalmente perdidos entre dos mundos: el africano y el occidental.
El jurado ha querido destacar su “incursión intransigente y compasiva de los efectos del colonialismo y el destino del refugiado en el abismo entre culturas y continentes”.
No es de extrañar que en esta edición se haya apostado por un autor experto en poscolonialismo y colonialismo, en un contexto global en el que el debate sobre la acogida a los refugiados y el racismo están más presentes que nunca, este último, avivado por el movimiento Black Lives Matter.