Para septiembre de 1991 había mucha música. Solo con Metallica y su álbum negro, publicado en agosto, y los Use Your Illusion I y II de Guns N Roses, la escena musical y radial estaba saturada; ni hablemos del Dangerous de Michael Jackson. Metallica y los Gunners sonaban por todas partes. Nadie podía detenerlos. Para finales de septiembre, 24 para ser precisos, Nevermind salía sin provocar algún impacto; era solo otro disco de una banda que vivía en una camioneta y daba conciertos en bares herrumbrosos. Escalaba las listas caminando y fue tres meses después que Nirvana se sentó en el trono de la revista Billboard, defenestrando a MJ.
Smells Like Teen Spirit sonó inclemente como un antídoto anti “establishment”. Muchos quedamos hipnotizados, tuvimos que guardar un buen tiempo los discos de Metallica y pensar dos veces si comprar los UYI de Guns y buscar desesperadamente por las disqueras del país la portada de un bebé sumergido. La radio ponía el éxito de Nirvana por lo menos 1 vez cada dos horas. Recuerdo que sonaba en una estación y yo cambiaba a otra para escucharla y así subía y bajaba del dial buscando la canción hipnotizado, ansioso, como si me hubieran despertado. Era tal la euforia que salí a buscar el Nervermind a los puestos de piratería sin éxito. No sabían quién era Nirvana. “No lo tengo”, decían confundidos. Para abril, Smells Like Teen Spirit tenía su siguiente acompañante: Come As You Are, y después In Bloom, para mayo ya casi todos tenían el Nevermind. Yo tuve que comprarlo por Q10 en los puestos de música de la sexta. Arruiné el casete de tanto escucharlo y con ahorros me lo compré por Q40 gracias a que Sony de Costa Rica lo vendió por toda Centroamérica. Di gracias que Dideca no lo sacara porque si hubiera sabido del éxito del disco lo parte en dos casetes y lo vende a Q80.
Muchos quedamos hipnotizados, tuvimos que guardar un buen tiempo los discos de Metallica.
Al poner el cassette pirata fue como perderme en otra vida, en otra dimensión, otra juventud, en una rebeldía vigente, explosiva y poderosa. Territorial Passings era como ponerse un traje de nitroglicerina. Dave Grohl nos explotaba el tímpano mientras la guitarra de Kurt nos rasgaba el cerebro y el bajo de Novoselic nos retumbaba el estómago. Los alaridos de Kurt; cuánto hastío, sarcasmo, dolor y hartazgo en cada frase.
Al escuchar el álbum entero 2 veces seguidas por 30 días te decías: “Este disco es perfecto”. Lithuim era dolorosamente implosiva. Drain You, Lounge Act y Stay Away tienen un encanto y un sonido tan significativo que si no están en el disco o te las saltás, sentís que algo falta. Polly parece inofensiva pero es la susurrante crónica de un secuestro. ¿Se podía hacer eso con la música? Something in the Way se queda en tu cabeza como un trauma. Sobre la soledad debajo de un puente y la convivencia con animales, insectos y desadaptados.
Viví mucho tiempo en el Nevermind y de alguna manera ese disco es una cicatriz mientras que la desaparición de Kurt es una herida que nunca se curó.