Ana Sánchez de la Nieta
Revista Nuestro Tiempo
Pero una cosa es no poder o no querer pagar cincuenta dólares para asistir a un musical y otra muy distinta no abonar siete por una suscripción mensual a una plataforma que permite disfrutar de cine a diario.
De hecho, en la primavera de 2009, Netflix llegó a la cifra dorada de 10 millones de suscriptores en Estados Unidos. Un dato que hoy parece ridículo porque, poco más de 10 años después, y gracias en parte al dichoso virus, se ha multiplicado por veinte y actualmente Netflix tiene más de 195 millones de suscriptores en 190 países.
Aunque el libro de Aresté se centra en la compañía fundada por Marc Randolph y Red Hastings y destaca la capacidad de riesgo y anticipación de Netflix, la guerra del streaming es eso, una competición que disputan varios contrincantes.
Después de la suculenta lectura del ensayo, queda claro que la tradicional industria del cine tiene que reinventarse. Hay historias que contar y los espectadores han crecido en una cultura absolutamente audiovisual, rodeados de imágenes y pantallas. Además, no solo consumen esos contenidos sino que acostumbran a crearlos. Como refleja con indudable acierto la película Los Mitchell contra las máquinas, cualquier joven centenial es un potencial director de cine desde su más tierna infancia.
Por eso las plataformas se están convirtiendo a marchas forzadas en productoras, en ‘majors’, porque saben que se juegan su futuro en la calidad de los contenidos, en el estudio detallado de su audiencia y en la orientación al espectador. Es decir, hace tiempo que han dejado de ser meras expositoras para convertirse en creadoras.
Y en eso están no solo Netflix, HBO o Disney+ (que son las que, tradicionalmente, se han volcado más en el cine) sino Amazon Prime, Apple TV o Google Play, por mencionar algunos ejemplos que Aresté analiza con cierto detenimiento al final del libro.
En este contexto se entiende que un enemigo declarado de las plataformas como el todopoderoso Steven Spielberg, que acusó a Netflix de “dañar la experiencia del largometraje en cines”, haya terminado por firmar con ella un acuerdo para realizar múltiples (no una ni dos) películas al año. Como se suele decir, “Si no puedes contra tu enemigo, únete”. Y si las plataformas se han convertido en ‘majors’, lo mejor que puedes hacer es aliarte con ellas.