La paz es uno de los objetivos más importantes y permanentes de todos los pueblos y países que configuran la comunidad de naciones. Y por ello, cada año, el 21 de septiembre, se celebra el Día Internacional de la Paz, declarado por Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Sin embargo, la paz también es una de las metas más difíciles de alcanzar, porque, prácticamente, en todo momento y en cualquier lugar, hay una situación conflictiva, que en muchas ocasiones es una guerra abierta.
Muchos intelectuales han aseverado que la guerra es un hecho consustancial a la civilización, y que la paz, por consiguiente, es solamente un ideal, al que se aspira sin tener la posibilidad efectiva de alcanzarla. El historiador Arnold Toynbee afirmó que “es imposible estudiar la historia de la humanidad sin descubrir que la institución de la guerra está íntimamente ligada al corazón de este tema.”
El mismo pensador aseveró que “la guerra ha demostrado ser la causa inmediata del derrumbamiento de todas las civilizaciones, de cuya caída se tenga conocimiento”.
Los orígenes de los países americanos están vinculados a la guerra, pues conflictos de grandes dimensiones entre los europeos y los pueblos originarios hicieron nacer países como Estados Unidos, México, Guatemala y demás naciones americanas.
El caso de Centroamérica fue diferente, pues emergió de una condición colonialista sin haber librado una guerra de liberación, circunstancia a la que alude una estrofa de nuestro himno nacional, cuando reza: “sin choque sangriento”.
Baluarte de la mente
Reunidos en la ciudad de Antigua Guatemala, en 1996, los ombudsman de Argentina, Costa Rica, El Salvador, España, Guatemala, México y Puerto Rico recordaron que la Constitución de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la ciencia y la Cultura (Unesco) declara que “puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes para la paz.”
En esa ocasión, se estableció que “la plena participación y el fortalecimiento de las mujeres es esencial para el desarrollo de una cultura de paz”.