Después de 26 capítulos de la serie Neon Genesis Evangelion (1995) y dos filmes posteriores (Death & Rebirth y The End of Evangelion, ambos de 1997), parecía que todos los fanáticos de esta franquicia habíamos enterrado en lo más profundo del cerebro y corazón el relato de Shinji, Evas, ángeles y compañía.
Pero resultó que años después esta historia revivió con cuatro nuevos filmes. Esta saga se llama Rebuild of Evangelion y no sé si es la serie de películas que merecemos.
Y con su permiso, querido lector, el resto de esta columna está plagada de spoilers. Fin de alerta.
Así que, al principio parece obvio que esta continuación disfrazada de reboot estaba relacionada directamente con nueva tecnología para presentar la animación. Pero después de ver la última entrega, 3.0+1.0 Thrice Upon a Time (2021), todo cambia. Es mucho más que novedosas gráficas.
Avanzamos nuevamente hombro con hombro con su creador, Hideaki Anno, y todas sus inseguridades y traumas de niño, más sus teorías esotéricas. Imagino a Anno vernos, sonreír y decir: “Amigos, es momento de despedirnos, pero ahora para siempre”.
Pero resultó que años después esta historia revivió con cuatro nuevos filmes.
Además de las maravillosas peleas estilo Kaiju, quisiera enfocarme en la escena final, en la cual uno puede perder detalles valiosos con tan solo parpadear. Sorprende al principio que Shinji no comparte ese momento histórico con Rei, Asuka o Misato. ¡Lo hace con Mari! El personaje nuevo y menos elaborado de la saga. Pero todo tiene un motivo.
En el cierre, Mari deja de ser la chica misteriosa de las posiciones sugestivas y se convierte en un símbolo. En la escena final, la estación de trenes termina siendo, como en tantas películas y la vida misma, una representación de elegir caminos. Shinji, ya más adulto y relajado, tiene a sus amigas y antiguos amores frente a él, pero elige dejarlas seguir con sus vidas y se queda con Mari.
Aquí es donde viene mi idea de que Mari se convierte en un símbolo: El de dejar atrás el dolor y elegir lo nuevo y fresco. Porque al tomarla de la mano y comenzar el nuevo camino, Shinji no se va para adelante o atrás, derecha o izquierda. Se va para arriba. Sube las gradas corriendo, junto con Mari, sin saber lo que le depara pero con su alma abierta hacia lo que la vida le presente en adelante. Ya no teme a lo desconocido.
Esta escena final es el mismísimo Anno asegurándonos que ya es momento de destruir nuestros miedos, de abandonar lo que nos ata al dolor, de decirle a las personas que amamos: “te deseo lo mejor”.
Como lo mencioné al principio, aún no sé si Rebuild of Evangelion es la saga que merecemos, pero hoy puedo asegurar que en estos tiempos inestables, es la que necesitamos.