Dr. Jorge Antonio Ortega G.
Las tropas invasoras amanecieron preparadas para entrar en combate contra el Ejército de Guatemala el 2 de febrero de 1851. El plan del teniente general Rafael Carrera estaba funcionando a la perfección al colocar al contingente enemigo en el lugar que él había escogido para el desenlace de las operaciones militares y lograr la victoria.
El ejército invasor estaba constituido por una fuerza de
4 500 combatientes al mando del licenciado Doroteo Vasconcelos (presidente de El Salvador), y se encontraba en su puesto de mando en el pueblo de San José.
Las tropas guatemaltecas que se presentaron al campo de batalla no rebasaban los 1500 elementos a las órdenes directas del general Rafael Carrera, el cual se encontraba el puesto de mando en el centro de la colina de La Arada, donde además reunió a su reserva estratégica y la artillería para proporcionar el apoyo directo e inmediato a las tropas de maniobra.
El ejército unido de El Salvador y Honduras iniciaron acciones a las ocho y media de la mañana, con un ataque general sobre las tropas guatemaltecas: fueron tres envestidas contra las trincheras protegidas por los combatientes de Carrera. La lucha llegó al combate cuerpo a cuerpo. Al final, la victoria fue favorable para nuestras tropas, donde su comandante espada en mano combatió a la par de sus tropas, al igual que otros oficiales del contingente guatemalteco. El combate duró aproximadamente ocho horas y media; al final del combate, el cuadro que presentaba el teatro de guerra era un trágico espectáculo de cadáveres.
”Las victorias militares consolidaron el liderazgo de Carrera en el ámbito centroamericano“.
La alianza militar fue derrotada en todo el campo de batalla, que obligó a los sobrevivientes a emprender una retirada precipitada, lo cual permitió al general Carrera hacer un recorrido recibiendo los respectivos partes de guerra de cada uno de los frentes en que se combatió. De las tropas invasoras, se contabilizaron 528 fallecidos, 200 prisioneros de guerra; se recogió un millar de fusiles, 13 000 cartuchos útiles, 11 tambores de guerra, gran cantidad de equipo, menaje y una multitud de bestias.
En combate fallecieron 3 oficiales subalternos y 20 de tropa del Ejército guatemalteco, 6 oficiales heridos y 33 soldados. La persecución de las tropas sobrevivientes de la Batalla de La Arada fue encomendada al coronel Ignacio García Granados y al teniente coronel Leandro Navas, al mando de 600 hombres. Con esta fuerza aumentaron los prisioneros de guerra y el equipo y armamento decomisado a la fuerza invasora. Antes de finalizada la batalla, los comandantes de la alianza militar habían huido dejando a su suerte a sus tropas que estaban siendo vencidas.
El teniente general Rafael Carrera ingresa en territorio salvadoreño sin obstáculo alguno hasta Santa Ana. Las autoridades de El Salvador inician las pláticas de paz, mientras los diputados acusan al licenciado Doroteo Vasconcelos de hacer la guerra sin autorización, el cual fue encontrado culpable y relevado del Ejecutivo por Félix Quiroz, y se inició un proceso de anuencia de Guatemala para comenzar un proceso de paz entre las naciones vecinas. Pero Honduras, precedido por su presidente, el general Trinidad Cabañas, continuó poniendo obstáculos para la firma de la paz entre los países beligerantes.
Se incrementó la escalada del conflicto, llegando a que el general hondureño invadiera de nuevo el territorio nacional en la parte oriental, a lo cual el Gobierno de Guatemala reaccionó enviando al general Vicente Cerna al mando de un poderoso ejército de guatemaltecos que derrotó a Cabañas en Chiquimula, el 6 de julio de 1853.
El general Rafael Carrera, al mando de un contingente expedicionario, tomó la fortaleza de Omoa el 24 de agosto del mismo año. Las victorias militares consolidaron el liderazgo de Carrera en el ámbito centroamericano.