Jessica Romero y Salvador Montaño decidieron migrar al campo mexicano y vivir en una casa construida por ellos mismos con el llamado superadobe, una técnica amigable con el medioambiente.
Resistentes
Este tipo de casas resiste tormentas e incluso terremotos debido a su estructura, explica Jessica Romero, quien junto a su esposo, Salvador Montaño, administra el centro de difusión ambiental Igloo kokolo, en la Ribera de Chapala, en Jalisco:
“Para crearlas utilizamos la tierra que tenemos a nuestro alcance, aunque se puede poner un poco de cemento para hacerlas más fuertes”.
El superadobe fue creado por el arquitecto estadounidense-iraní Nader Khalili. Desde la década de 1990, esta técnica se ha expandido por todo el mundo como una alternativa a las casas tradicionales y en lugares que sufrieron algún desastre natural.
La construcción está hecha de costales de polipropileno rellenos de tierra, arena o algún otro material que se puede tomar del mismo lugar donde será erigida. Los costales son apilados encima de otros de forma circular y reforzados con alambre de púas para darles estabilidad hasta formar un domo. También se pueden poner otros materiales para revestir y dar textura a los muros.
En las paredes se pueden utilizar botellas o trozos de vidrio para que entre luz en la habitación, y a la vez reutilizar materiales. En los casos en que la construcción sirva como cocina o comedor, el techo puede ser de palma o de algún otro material natural.
La técnica ayuda a que la habitación sea impermeable, ahorre energía eléctrica y tenga un bajo impacto ambiental, pues no es necesario excavar para hacer los cimientos.
“Lo que nos gusta es que cualquiera se puede involucrar en hacer su casa, como las hacían nuestros abuelos. Toda la familia puede participar”, expresó Romero.
De acuerdo con Montaño, las casas están listas en uno o dos meses: “El costo de estas construcciones depende de muchos factores. Es complicado dar un aproximado, pero es mucho más económica que la construcción tradicional, entre un 30 por ciento y un 50 por ciento”.
Por: Mariana Gonz·lez-M·rquez / EFE