Guillermo Monsanto
El peso de una presea se aquilata desde los parámetros mismos que esta dimensiona y que, una vez entregada, adiciona a sus valores como premio de importancia. En este caso, suma a su prestigio los méritos de la trayectoria de las personas que la reciben. Esto escribí en otro espacio hace algunos años tratando de abstraer los quilates de María Eugenia Gordillo Morales y el protagonismo que esta extraordinaria mujer tiene dentro de la cultura guatemalteca. Parafraseando aquellas letras se puede acotar entonces que, en el caso de esta Orden del Quetzal en grado de Oficial, la valía de tal presea recibe nuevos estándares por la calidad moral y profesional de su receptora.
En la actualidad, María Eugenia Gordillo es la directora de la Hemeroteca Nacional. Como tal, custodia y conserva con celo el ilimitado universo de las ideas de los chapines y otros pensadores que fluyen en el territorio de las letras del país: críticos de arte, periodistas, columnistas de opinión, cronistas, reporteros, escritores, en fin, todo un conglomerado que representa buena parte del pensamiento de la nación. Como periodista, tuvo sus inicios en el desaparecido diario El Imparcial, en un momento en el que, junto a otras pocas mujeres, se abría paso en un medio de preeminencia masculina.
En Gordillo sobresale su nacionalidad como estandarte. Es así como ha destacado como embajadora de buena voluntad acercando a Guatemala, tomando como baza la cultura, con países como Argentina, España, Alemania, Italia y México.
Como periodista, tuvo sus inicios en el desaparecido diario El Imparcial.
Como gestora, ha utilizado diferentes plataformas para honrar los valores nacionales en la medida que sus fuerzas se lo permiten. De todo lo que ha promovido en beneficio de las artes destaca el Premio Artista del Año, con el cual, desde 1980, ha honrado las carreras de decenas de protagonistas de diferentes disciplinas.
Acción que les ha dado visibilidad a artífices emergentes y reconocimiento a los de trayectorias destacadas. Ejercicio que redundó en el valioso registro “Lo que soñé… lo vivo” que es prácticamente el único compendio que reúne información de decenas de protagonistas de la danza, teatro, literatura, artes visuales, locución, música y organizaciones que apoyan las artes en general.
En este sentido, hay que señalar su ojo crítico y la certeza con la que opera. María Eugenia acude a los conciertos, obras de teatro, ensambles de marimba, exposiciones o adonde su afán la conduzca. Silenciosa, deleita su espíritu en representaciones de diversa índole para seleccionar, de entre lo bueno, lo mejor.
Más allá de todo lo que se le debe en distintos ámbitos, María Eugenia es una mujer cálida e inteligente. Lo que piensa lo dice con claridad. Su inquietud por gestionar reconocimientos para quien los merece, la distingue. Su plática siempre es profunda. Gracias a lo que lee, sus relaciones y lo que sabe de Guatemala es una certera fuente de referencia ineludible. Honor a quien honor merece; de allí que todos celebremos este importante reconocimiento a su trayectoria.
