Daniel Fernández
Profesor Facultad de Ingeniería Universidad del Desarrollo
En el último tiempo hemos escuchado repetidamente las expresiones “recuperar la confianza” y “nueva normalidad”. El lenguaje es fundamentalen tanto constructor de realidades, y estos términos resultan disfuncionales en estos tiempos. Son más convocantes expresiones como “necesitamos construir una nueva confianza basada en una nueva forma de convivencia” y ‘más que buscar normalidad, imaginemos juntos un nuevo futuro’.
Humberto Maturana dice: “En el conversar construimos nuestra realidad con el otro. No es una cosa abstracta”.
El conversar es un modo particular de vivir juntos en coordinaciones del hacer y el emocionar.
Por eso el conversar es constructor de realidades. Al operar en el lenguaje cambia nuestra fisiología’. Por ejemplo, si digo “te odio” o digo “te quiero”, ocurrirán cambios diferentes en nuestra biología.
Por eso es tan importante que en el mundo empresarial ajustemos nuestro lenguaje para sintonizar con los tiempos que corren dejando atrás términos mecanicistas propios de la Revolución Industrial.
Por eso es tan importante que en el mundo empresarial ajustemos nuestro lenguaje para sintonizar con los tiempos que corren, dejando atrás términos mecanicistas propios de la Revolución Industrial: “Vamos como avión”, “funciona como reloj”, “cortar grasa”, “acelerar/frenar”, “aceitar la máquina”, “recursos humanos”, en fin. Para cambiar la realidad necesitamos motivar en nosotros cambios fisiológicos a partir de un nuevo lenguaje, lo que dará lugar, naturalmente, a un cambio organizacional.
Los términos que habitualmente usamos deben desecharse para incorporar conceptos emergentes propios de la revolución cognitiva: pasar de alineamiento a sintonía, de ajuste a armonía, de entorno a nicho ecológico, de empresa a organismo, de desequilibrio a sistema inestable, de incertidumbre a habitar la volatilidad, de diferente a diverso, de racional a funcional, de participación a colaboración, de “pacto social” a un nosotros más amplio, de “deberes y derechos” a prácticas de convivencia concordadas, en fin.
Este nuevo lenguaje nos ayudará a evolucionar, integrando armónicamente sociedad, organizaciones y personas, más allá de ‘mejorar las relaciones de las empresas con su entorno’, otro concepto industrial en retirada.
Podremos ser armoniosos (más que exitosos) en liderar si gestionamos integralmente un nuevo lenguaje.
Nuestros actuales problemas para emprender en el mundo que habitamos surgen desde nuestra disarmonía con el ecosistema que emerge, y los organismos que no armonizan con el ecosistema en el cual conviven y del cual son parte, finalmente, mueren. Así, necesitamos cambiar nosotros (no solo ‘la gente’), evolucionar en nuestros modelos mentales, en nuestro lenguaje y en nuestra fisiología. Sin eso, el mundo cognitivo que se abre nos resultará incomprensible e inasible.