Era el tercero y último día de la 2018 Comic Con Experience, en São Paulo. Estaba en una extensa cola para entrar a la atracción de Spider-Man: Far From Home (2019), para conocer los trajes que Spidey mostraría en ese filme.
Frente a la fila, se encontraba la sencilla y cándida atracción de Glass (2019), del cineasta M. Night Shyamalan. Constaba de un mural con las fotografías de los personajes del filme, incluyendo varias de las 23 personalidades diferentes de Kevin Wendell Crumb (interpretado por James McAvoy).
El primer día del Comic Con no dudé y me tomé una selfie en el lugar. Había una vibra impresionante con ese filme, ya que el mismísimo
Shyamalan estaría de visita en la convención ese año para promocionarlo.
Regresando a la cola de Spider-Man, comencé a hablar con un brasileño acerca de la filmografía de Shyamalan. Él también era fanático. Yo le hablaba en inglés y él respondía en español/portugués. Adiviné muchas de sus frases.
Compartimos opiniones conflictivas, como asegurar que The Happening (2008) no es una mugre y que The Last Airbender (2010) es una obra
incomprendida.
De pronto y de la nada, surgió una multitud en la atracción de Glass. Había flashes de cámara y gritos. De a poco fue saliendo de la masa de personas un señor moreno, pequeño, flaco, de pelo largo y colocho. ¡Era M. Night Shyamalan! El cineasta había ido a sacarse una foto en el muro de Glass y estaba a unos 10 metros de mí.
El cineasta siguió caminando hasta llegar a la zona de prensa, y desapareció.
Muchos asistentes querían tomarse una selfie con él. Sin pensarlo mucho, salí de la cola de Spider-Man, saqué mi teléfono celular y me emocioné al pensar que iba a salir en una foto con Shyamalan. Mientras me dirigía hacia la muchedumbre, vi a dos jóvenes tirados en el suelo. “Seguramente tropezaron”, pensé. Al acercarme más, me percaté de que frente a Shyamalan iban tres guardaespaldas tirando y pateando a cualquier persona que se acercara al director. Salían volados, parecían stunt doubles.
Me detuve, pero mi compañero brasileño siguió su camino, el cual fue detenido por un golpe de uno de los guardaespaldas. Mano abierta, directo al rostro. Seguramente esa maniobra tiene algún nombre en disciplinas de combate cuerpo a cuerpo. La verdad, se vio fantástico. Casi que lo observé volar, antes de que cayera.
Y así, el cineasta siguió caminando hasta llegar a la zona de prensa, y desapareció. No lo volví a ver durante el evento, tampoco a mi compañero brasileño.
Regresé a la cola para ver los trajes de Spider-Man. Aunque a veces no sonrío en las selfies, me alegré de tener todos mis dientes en su lugar para una futura ocasión.
Todo esto lo recuerdo porque hoy se estrenará Old, el nuevo filme de Shyamalan, acerca de una playa en donde las personas envejecen rápidamente. Al parecer, será otra pieza inolvidable en el catálogo del cineasta. Hubiera sido genial tener una selfie con él.