Llegó HBO Max a la puerta de mi casa, casi regalándose. Eso sí, arribó armada hasta los dientes con las series The Wire, Watchmen, Six Feet Under y Raised by Wolves.
Mientras Big Little Lies y Girls se convierten en peligrosas dagas y generan turbulencia; Curb Your Enthusiasm y Harley Quinn se transforman en espadas filosas que representan viralidad y poder. Todas estas sacuden al espectador.
El punto débil de esta plataforma es que su versión latinoamericana carece de The Office (UK) y Southpark, así como los estrenos simultáneos de las películas de Warner Bros.
Pero de lejos me ve Disney+, con un rostro dubitativo, triste, melancólico. Cree que pronto le diré “adiós”, aunque mi alma fanática de Star Wars me recrimina no haber aprovechado para ver Clone Wars, Rebels y The Bad Batch.
Además, con técnicas de combate de karate, judo y kung-fu, llega la promesa de un documental en tres partes de The Beatles, al mismo tiempo que el final de Loki me grita: “No nos abandones, cobarde”.
“Llega la promesa de un documental, en tres partes, de The Beatles”.
Mientras tanto, Netflix, con todo y sus decenas de producciones decepcionantes, muestra la bendición de las cuatro “s”: Sonríe sosegada, segura y serena. Conoce mi cariño. Entiende que no será fácil dejarla. Sabe que me hace falta terminar Better Call Saul y Dark. ¡Ya voy tarde con esas! Sin despeinarse me recuerda que Sweet Tooth y Katla son joyas por descubrir, y que se acerca la nueva temporada de Stranger Things.
Igual me preocupa ese mi listado de más de 30 filmes (entre españolas, francesas y chilenas), que tienen más de un año de adornar mi pantalla inicial de pendientes.
Netflix parece infalible y guarda sus armas en un baúl bajo llave. Eso sí, esa llave la mantiene en la mano para cuando sea necesario acudir a la batalla.
¡Y este mes estrena Masters of the Universe: Revelation! El remake de He-Man. Casi lo olvido. Pecado.
Por ahora, mejor no respondo los correos de un amigo que me invita (insiste) a que le entremos a Amazon Prime. ¡Otra plataforma! ¡Otra guerrera! ¡Más películas y series a la carpeta de pendientes! Este enemigo se ve de lejos, arriba en la montaña. Se desconoce si algún día bajará de esas colinas para pelear por mi atención (billetera), pero cuando lo haga, habrá sangre.
Así veo las streaming wars: Un abanico gigantesco de opciones que le coquetea a nuestros gustos cinéfilos y de televisión. No me quejo, porque es una dicha tener por lo menos la posibilidad de abrir estas cuentas. Pero, ¿a qué precio? Y no hablo precisamente de dinero.
Parece que necesito unas tres vidas más para ver todo lo que guardo en mis listados de pendientes. No, perdón, sonó muy exagerado. Con una más sería suficiente.