Eugenio Guzmán Lavín
Profesor de la Facultad de Psicología
Los seres humanos somos una especie social y por lo tanto, mantenernos “conectados” con otros es una condición básica que debemos cubrir. Esta necesidad, a lo largo de nuestra historia evolutiva, ha traído consigo beneficios imprescindibles para adaptarnos a diversos ambientes, como por ejemplo, por medio del aprendizaje social, el trabajo en equipo, la cooperación, entre muchas otras situaciones que nos han permitido resolver problemas adaptativos.
Un aspecto crucial de la conexión que tenemos con otras personas es la amistad, la que no solo satisface las necesidades recién mencionadas, sino que también proporciona otros beneficios como lo son la compañía, el amor, la felicidad, por mencionar algunos. Sin embargo, hoy en día, producto de la pandemia que vivimos, y las medidas que se han efectuado para detener su propagación, las amistades se han visto adolecidas; especialmente en momentos donde más necesitamos estar con otros y otras, es cuando hemos tenido que mantenernos aislados.
Las crisis promueven un incremento de la incertidumbre.
Las crisis (como la pandemia) promueven un incremento de la incertidumbre en el ser humano, sentimiento que nos estresa de alguna u otra manera y, por lo tanto, nos lleva a buscar (en el mejor de los casos) soluciones que sean adaptativas para resolver dicho problema, en el cual nuestras amistades cumplen con un rol fundamental.
Durante el transcurso de nuestras vidas, las amistades se construyen, algunas más sólidas que otras, y también se desmantelan con mayor o menor facilidad según la calidad de estas. Sin embargo, las cuarentenas que hemos vivenciado llegaron abruptamente, “como un terremoto”, a poner en juego la calidad del vínculo que tenemos con otros y otras.
Continuará…