Ejemplos de perseverancia en educación y emprendimiento.
El lugar refleja muchas diferencias socioeconómicas. Las construcciones contrastan entre sí: casas de un nivel, otras hasta de cuatro y, en gran parte, champas o chozas.
En los alrededores del área no cesa el ir y venir de las personas, ni la circulación y ruidos de camiones y picops que ingresan y salen del área.
Nos ubicamos en un sector de la zona 7 capitalina, que colinda con el relleno sanitario de la zona 3, administrado por la Municipalidad de Guatemala. Allí se puede observar un predio circulado, que aparenta ser una gran bodega. Preguntamos si es la sede de la institución que buscamos, a lo que nos responden que sí. Al entrar, lo primero que vemos es a un grupo de mujeres que al ritmo de la música se ejercitan: practican zumba.
Nuestro imaginario
Hablar del basurero de la zona 3, es pensar en desechos sólidos, gente botando residuos o recogiendo algún objeto que podría serle útil. Además, nos recuerda las tragedias causadas por las lluvias, los incendios u otros fenómenos atmosféricos.
Sin embargo, en ese lugar existen proyectos educativos, de salud y emprendimiento, impulsados por instituciones benéficas, en coordinación con el Ministerio de Educación y la comuna capitalina, que favorecen el desarrollo de las familias que viven en las márgenes del relleno y hacen actividades de reciclaje para obtener recursos económicos.
Es el caso de la organización Camino Seguro, que trabaja desde 1999 con los habitantes de los alrededores de dicho botadero. Su objetivo es brindar oportunidades de superación a la niñez y juventud en ese lugar.
Las acciones de la institución, que son posibles gracias a programas de voluntariado, donaciones y apadrinamientos, han logrado transformar vidas por medio de becas de estudio, desde primaria hasta tercero básico, así como intercambios laborales con empresas que apoyan la obra.
El centro educativo de Camino Seguro posee lo necesario para facilitar la formación del estudiante como aulas virtuales, laboratorio de cómputo, biblioteca y tutorías.
Debido a la pandemia, actualmente la formación se imparte a distancia, para lo cual los docentes se esmeran para garantizar que sus alumnos reciban los insumos de aprendizaje en sus hogares, que los padres de familia recogen de manera cotidiana.
Irma García es una de las madres cuyos hijos se benefician con el programa de enseñanza. “Me siento apoyada. Es importante el soporte que nos dan, especialmente en tiempos de pandemia”, indica mientras recibe el material y el plan de estudio de sus pequeños.
Karla Sarché es otra de las favorecidas, y cuando era menor de edad también recibió los aportes de Camino Seguro. Ahora, su hija es la heredera del apoyo. “Como resultado de las oportunidades, he incursionado en el ámbito laboral. Nada que ver con lo que hacía antes en el basurero”, señala, al indicar que labora en un centro de llamadas.
En el taller de costura se observa aproximadamente a 10 mujeres: unas frente a las máquinas de coser, otras en el área de serigrafía y un grupo más coordina el trabajo para elaborar los artículos solicitados por los clientes, con los cuales obtienen ingresos económicos, entre estos, bolsas, adornos y otros insumos decorativos.
Sentada frente a una máquina, Ruth Barrientos narra que lleva 3 años recibiendo el beneficio educativo para sus 3 niños. “Aquí nos sentimos apoyadas y con el ánimo al tope”, asegura.
Todos los sueños se pueden cumplir. Y esa es la actitud de Eva López y Karina Oscal, quienes también laboran en el taller. Ambas recién finalizaron el tercer semestre de Psicología en la Universidad Mariano Gálvez.
“Yo soñaba con una oportunidad de formación, pero la situación de la familia era difícil y truncaba mis metas”, dice López, mientras coordina con sus compañeras el trabajo que deben entregar.
Oscal manifiesta que las metas pueden hacerse realidad con esfuerzo y dedicación. “Gracias al apoyo de Camino Seguro, Eva y yo hicimos realidad nuestros proyectos”, refiere mientras sonríe.