domingo , 24 noviembre 2024
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Enseñar a argumentar (III)

Joseluís González 

Revista Nuestro Tiempo

Empleando una clásica comparación de Vaz Ferreira, hoy se pide renovar los estudios de lógica y argumentación y de las
falacias (es decir, los pseudoargumentos o argumentos fallidos o fraudulentos) con los modos de estudiar zoología: con animales vivos, no con objetos embalsamados o clavados con alfileres o hechos de plástico.

Por eso se concibe ahora la teoría de la argumentación como un campo multidisciplinar, con la dificultad de integrar enfoques distintos y abarcar áreas diversas, algunas nuevas. ¿Requiere iguales métodos argumentar en una consulta pública, en una encuesta de intención de voto, negociar un convenio o un contrato o defender a un acusado de homicidio? ¿Difieren los procedimientos en la deliberación de un premio de novela, redactar una tribuna o un editorial, intervenir en un debate parlamentario, comprar un coche eléctrico o en cambio un modelo de gasolina, producir un spot de un operador de telefonía móvil, elegir un grado o una universidad o decidir ir de vacaciones a un sitio de playa o a una casa rural en los Pirineos? En realidad, pueden encuadrarse en cuatro modalidades cardinales que Marraud ilustra con sendas imágenes. Primera, un combate. Segunda, construir (ir levantando, digamos, una pared). Tercera, presentar (ofrecer una intervención amparada en la lógica).

Esas dos parejas de imágenes se refieren a la discusión crítica.

Y cuarta, la balanza que logra mantener en su punto exacto la aguja del fiel de los dos platillos equilibrados. Como paradigmas, esas dos parejas de imágenes se refieren a la discusión crítica, a la demostración, al discurso convincente y a la deliberación o debate público. Las áreas que cubren no son tan solo la dialéctica y la lógica, sino que comprenden ámbitos de retórica e incluso de la pragmática o lingüística y teoría del discurso, donde también la terminología encuentra versiones. Pero quizá haya que extender o descender a los niveles básicos y empezar por el fin. Por la finalidad, por lo teleológico, con que se hace o se dice o se calla algo. Y practicar, ejercitarse. 

Continuará…

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