Pablo Salazar Canelos
Representante de País de UNFPA
En regiones donde existe alta desnutrición aguda, es usual observar también alta mortalidad materna, así como violencia basada en género, situaciones asociadas con poco acceso de las mujeres a los servicios de salud sexual y reproductiva. Una mujer que no puede ejercer sus derechos, tiene muy pocas probabilidades de vivir una maternidad saludable y de asegurar la salud de sus hijos e hijas. Esta compleja situación ha sido observada y atendida desde el programa interagencial CERF (Central Emergency Response Fund), con el propósito de salvar vidas de mujeres y de sus hijos pequeños en ocho municipios de
Huehuetenango.
Hoy deseo compartirles las voces de algunas de las personas que han hecho realidad una iniciativa que ha salvado vidas y promovido desarrollo, comprendiendo que para ello es necesario fortalecer las capacidades de las comunidades, las instituciones, organizaciones y atender la emergencia apremiante.
Cuando una emergencia obstétrica no es detectada y atendida a tiempo, esta puede poner en riesgo la salud y la vida de una mujer y convertirse en una muerte materna que, de otra forma, hubiera podido ser evitada.
La señora Ericka Pérez, comadrona tradicional de la comunidad de Naranjo II, nos ha comentado que “en este tiempo que estamos viviendo, debemos atender un parto limpio y seguro. En primer lugar, ponernos nuestra bata, guantes y mascarillas, para defendernos nosotras mismas y para cuidar a la mujer a quien estamos atendiendo en el parto”.
¡Sumémonos a las voces, los esfuerzos y los logros!
El programa ha beneficiado a las mujeres, familias y comunidades al alcanzar a más de 1,580 mujeres con atención prenatal, así como 126 a quienes se identificó con signos y señales de peligro durante el embarazo y el parto. Hemos confirmado que abordar las situaciones que afectan la salud de las mujeres y la violencia basada en género, en especial la violencia sexual, es una condición para prevenir y atender la inseguridad
alimentaria.
Para desarrollar este proyecto, UNFPA y la Asociación de Servicios Comunitarios de Salud (Asecsa) afianzamos una alianza de varios años. Asecsa, fundada en 1970 y con un amplio recorrido en la formación a promotoras y promotores comunitarios, apoyo a clínicas comunitarias, atención en salud sexual y salud reproductiva, organización comunitaria y coordinación con el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, ha sido clave en la implementación de las acciones. “La situación en los municipios de la región es bastante compleja; en especial para las mujeres, niñas y niños.
Hemos fortalecido acciones para disminuir la inseguridad alimentaria, desarrollando una coordinación comunitaria, brigadas nutricionales, la atención en salud sexual y salud reproductiva y el fortalecimiento, tanto al personal de salud institucional como a las comadronas tradicionales”, son las palabras de David Ramos, coordinador del Proyecto CERF en
Huehuetenango.
Nery Gómez Pérez, presidente del Comité Comunitario de Desarrollo, nos contó recientemente que “en nuestra comunidad tenemos problemas de violencia y de desnutrición, pero con el apoyo que nos han dado las organizaciones, hemos hecho un trabajo junto a las señoras comadronas y con los Comités Comunitarios de Desarrollo, (Cocodes), para mejorar esta situación.”
El proyecto CERF desarrollado en Huehuetenango genera conocimiento nacional y local sobre cómo abordar los derechos sexuales y reproductivos, la prevención y atención de la violencia basada en género y la violencia sexual, como un determinante clave de la desnutrición aguda y crónica, y con ello incorporar estos temas a la respuesta humanitaria general, pero en especial la asociada con el hambre. El rol de las mujeres y su liderazgo en sus familias y comunidades es un llamado al que debemos atender y fortalecer, ya que son motor de las transformaciones en su entorno más cercano y su voz debe ser escuchada en todos los ámbitos de la sociedad. ¡Sumémonos a las voces, los esfuerzos y los logros!
