Dr. Jorge Antonio Ortega G.
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El pasado nacional está lleno de ejemplos del accionar de los
integrantes del Ejército, todos ellos cien por ciento guatemaltecos y por ningún motivo hay que olvidar que la institución militar es una muestra clara de la sociedad, de la cual se nutre para la defensa de todo aquello que represente lo nuestro, lo que nos da arraigo, identidad y pertenencia.
La Revolución de 1871 le permitió a la Guatemala de antaño generar una fuerza militar profesional que hoy se encuentra en un profundo y constante proceso de modernización, desde el eje del capital humano.
La apuesta va hacia la educación, entrenamiento, adiestramiento y profesionalización.
El Ejército de Guatemala tiene sus raíces en el propio proceso de la independencia, la cual hoy celebramos con un sinfín de actividades en el bicentenario de libertad. Visualizar el estamento militar prístino es un ejercicio de investigación minucioso, que da como resultados las glorias de las armas
guatemaltecas.
Este mes conmemoramos un aniversario más de la victoria de la Revolución Liberal; de hecho, un siglo y medio de desarrollar un proyecto de nación con sus luces y sombras, como lo es la concepción de la mentalidad humana.
Los soldados de hoy son herederos de las glorias y sinsabores de la patria, que con el profesionalismo desempeñan sus obligaciones para con la nación, hombres y mujeres que hacen de la profesión de las armas una forma de vida.
Guatemala es primero, y por ella todo es poco.
¡Defender! Es un acto permanente en el accionar del soldado, que va más allá del uso de las armas, es reiterar el valor que anida en cada uno de los corazones de los compatriotas que conforman al Ejército, es renovar los votos de fidelidad para con la patria y sus instituciones, es cuidar y defender lo nuestro con amor y responsabilidad, debido a la forma de ver y vivir la vida desde la óptica militar.
¡Defender! La tierra y la sangre, lealtad a los conciudadanos que con su ejemplo, virtudes, valores y entrega construyeron la patria que hoy veneramos y juramos defender. Es por eso que la institución requiere de los mejores hijos de la nación, dispuestos a entregar la vida si es necesario para preservar la paz, el honor, la independencia y la integridad territorial. Esa es la misión medular del soldado de este siglo, para la defensa de los intereses nacionales.
“Cada tiempo tiene sus propias formas de guerra”, por lo tanto, se requiere de soldados profesionales diestros y dispuestos a enfrentar la amenazas de esta centuria, en la que la fisonomía y dinámica de los conflictos, así como su escalada, son diversos y de hecho irrestrictas, en un mundo convulso, en donde el cambio es la constante, lo cual genera incertidumbre, y es el soldado de hoy el indicado para enfrentar esos desafíos debido a su formación y entrenamiento que lo han preparado precisamente para tiempos de caos.
Para estos tiempos difíciles, la nación cuenta con el prestigio de sus soldados que han labrado, a través del tiempo y su accionar, su lealtad
inquebrantable.
La unidad que representan los hombres y mujeres de uniforme, da como resultado la respuesta inmediata, eficaz y eficiente en los momentos de crisis nacional; es por eso que la comunión de toda la fuerza viva del Ejército dé como resultado una institución con credibilidad.
La Revolución Liberal llega viva por medio de sus legados, y uno de ellos la consolidación del brazo armado de la nación que tiene como norma fundamental: “Guatemala es primero, y por ella todo es poco”, por la cual los integrantes del Ejército están a tiempo completo, sin fecha de caducidad. Si se es soldado, es por siempre.