Está considerada como una de las grandes obras maestras del siglo XXI. La lista de muchas revistas especializadas lo ubica en un infaltable para cualquier melómano. Incluso cayó en el saco del nü-metal, cuando es un nicho muy pequeño e insignificante para una banda rotunda.
Serj Tarkian, Daron Malakian, John Dolmayan y Shavo Odadjian, nacidos en California, EE. UU., de abuelos armenios que huyeron del genocidio perpetrado por Turquía a partir de 1915. Este sonido heavy metal-armenio, junto con un discurso político, hace que se eleve al cielo esta inquebrantable indignación.
Toxicity inicia con canciones rapidísimas como Prison, que habla de las cárceles en EE.UU. pero también habla de la prisión mental en la que nos encarcelamos por las drogas y de sistemas que encarcelan. Neddles habla sobre la adicción a la heroína. Deer dance, sobre la militarización de la Policía en EE. UU. y cómo es aceptado matar con el amparo de la ley, como con George Floyd. They like to push the weak around, te hierven las venas.
Una canción que no tiene un significado específico, pero sí cuando llegó el 11/9, es Jet pilot. X, sobre la inmigración ante la guerra y la miseria e ideologías racistas. Chop suey es una de las significativas. La canción iba llamarse Self righteous-suicide, a lo que Columbia Records protestó. Rick Rubin, productor, sugirió llamarla Chop suey como un mensaje oculto (Self RightChop-Sueyside). I cry when angels deserve to die, una línea que conmueve con tantos caídos por el 27.
Bounce es sobre sexo y el exceso. Forest es una conversación entre la madre naturaleza y nosotros sus hijos de por qué queremos destruirla.
Descoloca cada canción.
Air, trees, water and animal (ATWA), parece una carta de amor de un sociópata que intenta crear simpatía en una sociedad que lo convirtió en un monstruo. Malakian se inspiró en Charles Manson, diciendo que algunas cosas que decía era necesario entenderlas.
Science es una crítica a la ciencia. El mundo, según la canción, solo necesita fe y espíritu para seguir, aunque miles de guerras han sido por religión; Gaza e Israel son el ejemplo eterno. Tarkian, sin embargo, cree que la fe es lo esencial del ser humano; creer es mejor que saber. Shimmy es sobre esos mandatos creados por líderes o padres autoritarios que viven de la hipocrecía.
Toxicity encanta por la batería de Dolmayan, parece el galope de un caballo loco. Tarkian ahonda en el caos y la promesa de la destrucción como la única salida, pero en verdad no queremos salir de esta canción autodestructuva.
Psycho es catársis en tono de canto de cuna. Aerials es una grandiosa oda a la vida, que huye del concepto de la muerte como el final, sino que la vida continúa en un eterno viaje. Arto termina el disco, como una meditación. Toxicity es feroz. Descoloca cada canción. De pronto la rudeza te golpea y te desorienta, pero es tan adictiva cada canción por sus riffs y esa bizarría armenia que recorre cada nervio. Toxicity no ha envejecido un ápice.