Hernán Cheyre
Director del Centro de Investigación Empresa y Sociedad (CIES)
Una forma simple de ilustrar de una manera más tangible los positivos efectos laterales que ha tenido el sistema de capitalización de los aportes previsionales, es observando el uso que se ha dado a los ahorros acumulados.
Los recursos que se han canalizado a empresas e instituciones financieras han permitido viabilizar proyectos de inversión de gran envergadura y que requieren financiamiento de largo plazo.
Un buen ejemplo de ello son las concesiones de infraestructura (carreteras interurbanas y autopistas), que ciertamente han contribuido a una mejor calidad de vida de las personas al reducir los tiempos de desplazamiento e introducir mayores estándares de seguridad.
Asimismo, los ahorros previsionales también han hecho posible que un mayor número de personas tenga acceso al crédito y en mejores condiciones. Cabe mencionar en este sentido que, según cifras de la CMF, el número de operaciones hipotecarias vigentes bordea los dos millones; la mayor parte de ellas, financiada con recursos de los fondos de pensiones y de las compañías de seguros de vida.
Los ahorros previsionales también han hecho posible que un mayor número de personas tenga acceso al crédito.
Es decir, la mayor parte de las personas que han accedido a un crédito hipotecario de largo plazo durante las últimas décadas ha podido concretar el sueño de la casa propia gracias a los recursos previsionales.
Así, el impacto concreto del proceso de desmantelamiento del sistema de capitalización se va a reflejar no solo en menos recursos para financiar pensiones, sino que también en factores que por otras vías inciden en la calidad de vida de las personas. Es la otra cara de la moneda, a la que pocas veces se le pone la atención que merece.
“El impacto del proceso de desmantelamiento del sistema de capitalización se va a reflejar no solo en menos recursos para pensiones, sino también en factores que por otras vías inciden en la calidad de vida de las personas.”