La comunidad internacional ha jugado un papel importante en el apoyo a los proyectos de desarrollo impulsados por el Gobierno de Guatemala en las poblaciones más recónditas del país. No es un secreto que, históricamente, nuestro territorio ha sido impactado por fenómenos de diversa índole, en especial por los efectos del cambio climático que han repercutido de manera negativa en la población del área rural.
Tampoco se puede negar que, para mitigar las consecuencias de dichos acontecimientos, el Ejecutivo ha coordinado acciones de prevención y asistencia a las familias damnificadas por las depresiones tropicales, como las recientes Eta e Iota, que azotaron a diez departamentos del país.
Las secuelas de estos eventos son de gran magnitud, pues vulneran la seguridad alimentaria y nutricional, causan desplazamientos y afectan el saneamiento. Estos problemas son atendidos de manera integral por el Gobierno, pero requieren del concurso de la cooperación.
Por ello, se resalta que el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y el Gobierno de Japón hayan tendido la mano a las familias de Alta Verapaz afectadas por dichos fenómenos atmosféricos, mediante cuatro sistemas de agua potable, que beneficiarán, especialmente, a 1 mil 778 personas de la aldea Campur, Carchá, Alta Verapaz.
Con las citadas iniciativas se protegerá a la población de enfermedades graves, pues los pozos sufrieron contaminación y los sistemas de agua y las letrinas colapsaron.
Lo anterior demuestra el compromiso de los cooperantes con el bienestar de Guatemala, en este caso, de las personas afectadas por las tormentas, para que puedan volver a la normalidad y que cuenten con proyectos de agua y saneamiento.
El Gobierno, encabezado por el presidente Alejandro Giammattei, valora este y todos los aportes humanitarios que ha recibido el país, y ratifica su compromiso de continuar trabajando de manera conjunta con la comunidad internacional por el bienestar de la población.