Helen Berenice Díaz
Directora de Estudios de Posgrado Instituto Nacional de Administración Pú[email protected]
La gestión del talento humano en las instituciones se orienta a
reconocer, valorar y potenciar a las personas, quienes tienen personalidad propia, historia propia, habilidades, conocimientos y destrezas; promoviendo en ellas sus talentos para que generen en la institución innovación, propicien cambios internos y alcancen resultados a través del esfuerzo, dedicación, responsabilidad y compromiso. Considera que el personal requiere de influencias externas relacionadas con procesos psicológicos como motivación, atención y sentido de pertenencia.
Concibe a la persona como un ser integral y único, lo que implica que las instituciones se preocupen por elevar las competencias de cada persona e identificar y reconocer los intereses personales; aunado a ello, el reconocimiento del avance del personal y la valoración del trabajo que realiza. Unido a lo anterior, las instituciones deben facilitar a la persona las condiciones, recursos y herramientas de trabajo, así como de la inducción a este para que tenga claridad de qué es lo que tiene que efectuar y de los resultados por alcanzar.
Las personas con talento son exitosas.
Las personas con talento son exitosas, porque logran los resultados esperados y los sobrepasa. Esto lo logran a través de la interacción con otras personas, lo cual requiere que cuenten con ciertas competencias relacionadas con las emocionales, ya que permite la comunicación entre los trabajadores y la institución.
La gestión del talento humano no solo se refiere a condiciones intelectuales, también se orienta a que las personas cubran sus necesidades emocionales. Las instituciones que deseen contar con personas talentosas deberán considerar las necesidades y deseos de sus trabajadores, con el fin de contribuir a que alcancen sus objetivos personales, ofreciendo desarrollo personal, con el propósito de potenciar la personalidad y motivación de cada persona.
La gestión del talento humano contribuye a que las instituciones públicas sean más eficientes y eficaces en su desempeño y, por ende, en la calidad de los bienes y servicios dirigidos a la población. Las instituciones logran sus resultados y las personas alcanzan sus objetivos; además, se mejora el bienestar de la población y, por lo tanto, se recupera la confianza del ciudadano en el Gobierno.