Es muy posible que el nombre Punky Brewster no suene con cierta proximidad, menos el nombre de Soleil Moon Frye. Pero hubo una serie que duró poco, apenas 88 capítulos, que veíamos aquellos que encontramos la juventud al final de los 80 y caminábamos hacia la adultez en los 90.
Punky Brewster era la historia de una niña huérfana que es adoptada por un viejo fotógrafo llamado Henry Warnimort, interpretado por George Haynes, el famoso Sargento Lassard de la serie de películas Locademia de Policía.
Al finalizar Punky Brewster, Moon Frye, con una vida por delante, era parte de ese círculo de niños actores de Los Ángeles. La ciudad Angelina era un infierno al final de los 80 y los primeros 5 años de los 90. Violencia, racismo, protestas, el apogeo de las drogas, el sida, el suicidio y demás plagas bíblicas y pecados capitales.
Soleil tenía una cámara y grabó todo lo que pudo en las fiestas con sus amigos como Brain Austin Green, de Beverly Hills 90210; Mark-Paul Gossleaar, de Saved By The Bell; Steven Dorf, uno de esos talentos emergentes; Leonardo DiCaprio, Danny Boy O’Connor, cantante del grupo de hip hop, House of Pain, David Arquette, Charlie Sheen y así, muchos.
El documental explora esos reencuentros con cierta ternura y, como espectadores, reunimos las piezas del rompecabezas.
Soleil cuenta que guardó todos esos casetes de video y sus diarios para nunca volverlos a ver. Sin embargo, este ahorro a futuro fue desempolvado para unir aquellos años en un documental llamado Kid 90, producido por el actor Sean Penn, dirigido por la misma Soleil Moon Frye, que está disponible en la plataforma digital Hulu.
El documental es un viaje romántico por California y que, a pesar de que era un estado herido por la violencia y el racismo, había tiempo para crear una burbuja y vivir dentro de ella con amigos, alcohol, drogas y las crisis existenciales de la edad.
Moon Frye cuenta lo difícil que fue para ella crecer y no ser tomada en serio debido al tamaño de sus senos. Eso la obligó a hacerse una operación para reducírselos y, aunque ello le devolvió su autoestima, siguió sin ser tomada en cuenta como una artista. Así que se mudó a Nueva York a estudiar actuación y empezar de cero. Ya en la Big Apple, el círculo se vuelve a repetir, pero durante su recorrido madura y hace nuevos amigos, al mismo tiempo que los pecados de la humanidad le quitan algunos.
El documental explora esos reencuentros con cierta ternura y, como espectadores reunimos las piezas del rompecabezas vivencial de Soleil. Es así que volvemos a toparnos con aquellas antiguas luminarias de los 90 y el nervio de la empatía es sacudido, pues para nosotros Moon Frye también fue alguien con la que crecimos al ver su programa.
El documental de 71 minutos de duración de pronto se puede convertir en un viaje egocéntrico, pero lentamente votamos la barrera y empezamos a recordar a los actores que encontramos en películas de nuestra infancia que pensamos nunca volverlos a ver. Un documental recomendable para recordar viejas glorias y películas de aquellos años.