Si de pronto encontraran un sobre bajo su puerta y dentro del mismo descubrieran una invitación a un viaje todo pagado y sin escalas, para disfrutar de los paisajes del deterioro mental, la muerte y la interrupción de nuestra realidad o lo que nosotros creemos que es la materialidad. Una convocatoria para aventurarnos en un periplo deprimentemente maravilloso y garantizado.
Bueno, no se si a todos les llame la atención algo como eso, seguramente me toparía con opiniones diversas de todo tipo, y eso lo puedo entender. Personalmente soy de los que gustan aventurarse a nuevas experiencias sonicas. Me interesa saber hasta dónde es posible llevar la música. Conducir las melodías hasta sus últimas consecuencias. Esa fue la introducción hecha por un buen amigo con el que comparto gustos musicales similares, a la música del inglés James Keyland Kirby.
Más conocido como The Caretaker, junto con otro sin fin de pseudónimos. Si me preguntan cómo defino su música podría pasar días tratando de llegar a la definición perfecta. Honestamente no sé sí lo lograría. Pero podemos dejarlo en música experimental y de ambiente. Es música que habla de imágenes conjuradas, de un pasado extraño y un futuro incierto. Que dialoga con los dominios del subconsciente de muy diversas formas. Donde la mejor forma de escuchar la obra de este músico es cuando la mente necesita un paseo hasta lo más profundo de la memoria, retirando poco a poco ese velo pesado, para ir descubriendo, o más bien recuperando imágenes que seguramente ya habíamos olvidado que seguían guardadas en algún rincón de nuestro cerebro. En ese vasto valle lleno de recuerdos flotantes.
La idea de este trabajo musical es ver esa tragedia y tratar de comprenderla a través de un viaje lleno de capas de sonidos.
Mi introducción a la música de este artista fue con Everywhere at the End of Time. Un trabajo de 6 horas de duración dividido en 6 partes. Es un disco que a mi criterio no se debe escuchar como un disco normal. Es más como una especie de performance artístico, deprimente, contemplativo, y nostálgico.Que explora la idea de la demencia, su progresión, hasta llegar a la pérdida y la desintegración total de lo único que nos define como seres humanos. Nuestras memorias. Pero la idea de este trabajo musical es ver esa tragedia y tratar de comprenderla a través de un viaje lleno de capas de sonidos y de sensaciones que nos lleven a las orillas del abismo de la pérdida de la memoria y de la nada.
Tal como lo hubiese dicho el mismo Friedrich Nietzsche: El que lucha con monstruos debe tener cuidado, para no resultar él un monstruo. Y si mucho miras a un abismo, el abismo concluirá por mirar dentro de ti”. Después de haber escuchado la obra de The Caretaker, mientras escribía esta columna.
Podría jurar que Nietzsche escuchaba el mismo disco que yo, cuando transcribió esta celebre frase. Everywhere at the End of Time es el epitafio apropiado para todas esas cosas que ocupan nuestra memoria, y que tal vez al final de cuentas siempre sí queremos olvidar.