Una nueva genialidad de Karim Benzema salvó de la derrota a un Real Madrid inferior al Chelsea (1-1), que se adelantó por medio de Christian Pulisic, y fue superado en el físico y sin aportación ofensiva en el primer capítulo de las semifinales de la Liga de Campeones, en una eliminatoria que encaró desde el conservadurismo y que se resolverá en Londres.
Pocos equipos tienen una identidad tan definida como el Chelsea de Tuchel. Rocoso, un muro difícil de superar. Equipo que desea la posesión y busca la verticalidad. La carta de presentación era clara y Zidane apostó por protegerse. Habituado ya a jugar con el mismo sistema del rival, con tres centrales, no repitió la valentía de salir a buscar un resultado que ayudara para la vuelta como contra el Liverpool.
Y el duelo se tiñó de azul, pese a jugarse en Madrid. Desde una condición física superior, el Chelsea se adueñó del partido. El Real Madrid achicaba agua como podía, en otra noche de diluvio en Valdebebas. El empate al descanso era un milagro. Porque nunca encontraron soluciones los jugadores de Zidane a sus dificultades en la contención. Con Marcelo demostrando que ya no está para grandes batallas.
Así, el Real Madrid se agarró a sus dos pilares de la temporada. Thibaut Courtois, milagroso con una parada a bocajarro a Timo Werner, a los nueve minutos; y Karim Benzema, capaz de crear de la nada peligro y el gol. Antes de la genialidad del francés hubo una buena dosis de sufrimiento. Había salvado el portero belga el primer desajuste defensivo, fusilado en el área chica y respondiendo con reflejos, pero el tanto se veía venir. Otro disparo desde la frontal de Werner, un centro peligroso de
Azpilicueta.
Madrid, EFE.