El Estado y su conformación a través de la historia política, así como los condicionantes que motivan las reformas a su diseño, que van desde las demandas y características de cada nación a presiones externas como las amenazas, la integración, la globalización y otros factores de la posmodernidad. Si la instalación del Estado fue en su momento compleja, su reforma es aún más, debido a las implicaciones de generar un nuevo diseño o modificar algunas estructuras estatales. Cualquier intención de reformar pasa por la planificación estratégica y, sobre todo, establecer los mecanismos de sustentar las modificaciones o rediseño desde la óptica del financiamiento a largo plazo y el factor político, que lo hace posible.
La reforma del Estado y las políticas públicas en Guatemala pretende establecer una mirada horizontal a los procesos, con sus luces y sombras, que permitan motivar el interés del lector por conocer y entender la dinámica del Estado guatemalteco, así como despertar una discusión franca y abierta a las variadas tendencias políticas y académicas de la necesidad de modificar lo estatal, con sólidos argumentos, que permitan enfrentar los retos del tercer milenio, con propiedad como debe ser y, lejos de la improvisación política. ¿Cuáles son los desafíos del Estado? ¿Es eficiente y eficaz para el futuro mediato? ¿Llena las expectativas del ciudadano? ¿Es del tamaño adecuado? ¿Apoya el desarrollo? Estas interrogantes y otras pueden ser el marco referencial, así como la efectividad de las políticas públicas, que lograr su pervivencia a lo largo del tiempo, a través de la legalidad, legitimidad y permanencia.
¿Qué estimula la reforma del Estado? Las motivaciones para el rediseño del Estado pasan por un sinfín de causas que estimulan o aceleran la necesidad de reformar, las cuales se pueden dividir en dos variantes, internas y externas, lo cual se puede profundizar desde las afirmaciones de Omar Guerrero1 en el ensayo de su autoría:
Entre las causas internas: “El patrón de desarrollo político, el grado de crecimiento de las fuerzas interiores y su capacidad o incapacidad para adaptarse a un entorno mundial dominado por Estados independientes y soberanos bajo un nuevo enfoque de relaciones, y una redefinición de sus potestades”.
Cualquier intención de reformar pasa por la planificación
estratégica.
En cuanto a las causas externas, es sin duda alguna desde esta óptica particular la modernización, el acelerador de la reforma estatal. “La modernización es un tipo de cambio específico. Denota la incapacidad de un Estado para enfrentarse a problemas para los cuales no existe una solución constante, problemas que se generan en su interior, y en el exterior en sus relaciones con otros Estados.
Hoy día, la reforma por modernización es propia de nuestro tiempo y se refiere a las capacidades que puede tener un Estado para adaptarse continuamente a un medio externo interestatal de transformación rápida y constante y cuyo cambio está avivado por la universalización de la economía, por la interdependencia comercial, el desarrollo tecnológico y el progreso científico.
Estos factores han ensanchado la brecha entre países desarrollados y subdesarrollados, y define con más perfección el papel de cada cual en la división internacional del trabajo. En la misma época cronológica: la última década del siglo XX, los primeros corren hacia la posmodernización, en tanto que los segundos aún no alcanzan la modernización ni abandonan los rezagos de la tradición…
La modernización se constituye en el común denominador de la reforma del Estado, debido a que es un argumento fácil de matizar dentro y fuera de la esfera estatal para lograr consensos, unir esfuerzos, evitar descalificación de la oposición y la construcción de escenarios mediáticos que puedan constituirse en obstáculos para lograr los recursos económicos a fin de ejecutar el rediseño del Estado.