La frontera se ha convertido en un foco de innovación.
El éxodo de empresas tecnológicas de California, acelerado por la pandemia del Covid-19, ha beneficiado a Texas y a la zona fronteriza entre México y EE. UU., donde poco a poco se ha establecido un hub de tecnología que aprovecha la realidad bilingüe y bicultural de la zona.
Firmas históricas como Oracle y Hewlett-Packard Enterprise, multimillonarios como el consejero delegado de Tesla, Elon Musk, y miles de empleados y ejecutivos del sector han anunciado durante los pasados meses que abandonaban California, cansados de los altos impuestos y lo que consideran un entorno demasiado regulado.
¿Su destino? Texas, un estado que no cobra impuesto sobre la renta (al margen del federal, que deben pagar todos los estadounidenses), con uno de los impuestos de sociedades más bajos del país y una regulación muy laxa.
Impulso definitivo
“El año pasado, a partir de julio, empezamos a ver un incremento muy fuerte en inversiones”, cuenta Omar Saucedo, portavoz de The Bridge Accelerator, una aceleradora de startups, impulsada por Microsoft, que opera en la zona fronteriza formada por El Paso (Texas, EE. UU.) y Ciudad Juárez (Chihuahua, México).
Aunque la estampida californiana y el aterrizaje en Texas era una tendencia que ya empezaba a vislumbrarse, el aumento del trabajo remoto a raíz de la pandemia la impulsó definitivamente y, desde entonces, ciudades como Austin o El Paso/Juárez han disparado su crecimiento.
“Esta es una zona con una mano de obra bilingüe, bicultural y binacional que puede aprovechar lo mejor de dos mundos”, apunta Saucedo, quien destaca que, pese a la frontera política, El Paso/Juárez forman una conurbación única en la que personas y negocios fluyen constantemente.
“Es muy común aquí que el empresario de México tenga presencia en EE. UU. y viceversa”, y esta circunstancia se usa como polo de atracción de firmas tecnológicas, añade.
Es el caso de PPAP Manager, una empresa que ofrece soluciones en la nube para que las empresas manufactureras ganen en eficiencia en el proceso de aprobación de partes con sus proveedores, con sedes tanto en México como en EE. UU. y presencia en la frontera.
“Estar en la frontera nos ayuda a que el flujo de nuestro negocio entre EE. UU. y México sea mucho más simple. Es una región que siempre está abierta a experimentar y a probar nuevas cosas: no hay que olvidar que Ciudad Juárez ya fue pionera con la manufactura mexicana en su momento”, refiere Rene Pons, su cofundador.
Es precisamente el fuerte peso de la industria manufacturera en la región, con sectores como el de materiales de construcción, plásticos y componentes electrónicos, lo que genera un ecosistema lleno de oportunidades para empresas tecnológicas emergentes dedicadas a ofrecer servicios a estos gigantes industriales.