Se conoce un lugar por medio de su comida y, por eso, es menester degustar de la cocina propia del sitio adonde se viaja.
Experimentar esos sabores define aspectos sobre su gente, su cultura y sus tradiciones. A pesar de que viajar no estaba en los planes de nadie desde que la pandemia azotó al mundo, el panorama parece alentador.
En Guatemala, exactamente hace un año, el confinamiento originó que el sector turismo estuviera en cero. Un año después, en el marco de la Semana Santa (según cifras de Inguat), 2 millones 334 mil 703 turistas se registraron entre nacionales y extranjeros, turismo que aportó a la cansada economía guatemalteca Q1.5 millardos, traducidos en empleos y empresas reestablecidas.
Dentro del gran mundo del turismo, se desprende el turismo gastronómico, una herramienta social muy relacionada con el turismo de vivencias, que permite al turista experiencias más cercanas a la cultura; esta vez, por medio de la cocina. Y es que, en nuestro caso, la gastronomía guatemalteca resulta un verdadero viaje de sabores, aromas e historias.
Este turismo se define en 5 aspectos: una búsqueda por productos de calidad, conocidos también como “de origen”; el interés por productos locales, que surgen de entornos cercanos y que refuerzan la economía local y a pequeños agricultores y empresarios. También destaca el interés por la búsqueda de las “recetas de la abuela”, cocina tradicional y generacional que no se encuentra en las grandes industrias ni en lujosos restaurantes, sino en el seno de los hogares con pequeños secretos que le dan
esa sazón.
Finalmente, la búsqueda de un mejor precio y, sobre todo, del intercambio multicultural. En México y Costa Rica, por ejemplo, existen rutas gastronómicas como canales de conexión de la cocina de los pueblos.
En Cuba son muy famosos los underground dining o pop-up restaurants, comidas en casas particulares con cocineros aficionados y recetas de la familia, un movimiento que ha crecido en popularidad para clientes que buscan opciones diferentes, personalizadas y menos comerciales.
Guatemala podría emerger como un polo turístico gastronómico y mostrar la propuesta culinaria de sus regiones para incentivar a más y más familias a fortalecer sus recursos locales desde tan exquisita empresa.