La 14 edición del festival de títeres reúne a cinco compañías guatemaltecas.
Con las manos levantadas y listas para dar vida a nuevas historias se encuentran los grupos que participan en el Festival Internacional de Títeres Titiritlán. Adaptándose a los tiempos de pandemia, la compañía organizadora, Chúmbala Cachúmbala, mantiene vivos los espectáculos presenciales, con funciones al aire libre y de aforo limitado. La 14 edición se desarrolla estos días en comunidades alrededor del lago de Atitlán, para llegar próximamente a Antigua Guatemala y a la ciudad capital.
Necesidad
A decir de Paolo Iriorio, director artístico del Festival Internacional de Títeres Titiritlán, el hecho teatral en vivo sigue siendo necesario, tanto para los artistas como para el público en general, especialmente para los niños, quienes han vivido condiciones complicadas por el encierro. De ahí que decidieran reinventar el formato de sus espectáculos para ofrecer funciones al aire libre, con aforo limitado y bajo todos los protocolos de bioseguridad que exige la pandemia.
Aunque Titiritlán siempre se ha distinguido por incluir la participación de compañías llegadas de diferentes países, en su 14 edición presenta un cartel puramente nacional. “Pensamos en que era necesario que los grupos locales retomaran las actividades, porque la mayoría de titiriteros estuvimos sin trabajo este último año”, destaca Iorio. En esta ocasión, a Chúmbala Cachúmbala (Panajachel) se unen Raxwaach (Santiago Atitlán), La Molotera y Muñecos de Trapo (ciudad de Guatemala) y La Charada (Antigua Guatemala).
Temas diversos
Los espectáculos de esta edición explorarán temas diversos, explica el director artístico. De dicha forma, las obras abordarán leyendas de la tradición oral y cuentos clásicos, así como el bullying y la avaricia. La compañía anfitriona cerrará el festival con Historias del Popol Vuh, una pieza que estrenó el año pasado y que presentará en dos funciones: el sábado 17 de abril, en el Centro de Formación de la Cooperación Española en Antigua Guatemala, y el domingo 18, en el Cerrito del Carmen, de la zona 1 capitalina. Por temas de aforo limitado, ambas presentaciones necesitan reservación.
El objetivo principal de Titiritlán siempre ha sido llegar a comunidades donde generalmente no hay espectáculos de calidad, recuerda Iorio: “Muchos nos han preguntado por qué no hicimos un festival virtual, pero en ese caso perderíamos el sentido del hecho teatral: compartir, estar presentes y transmitir emociones. Siempre es un reto organizar esta actividad, así que tenemos planes B, C o D para tiempos cambiantes”.
Los organizadores, además, conservan una parte que ha sido clave en la historia del festival: la formación. “Al no poder ofrecer un taller internacional, como se ha hecho en ocasiones anteriores, optamos por capacitar a educadores y personas interesadas en el uso del títere como herramienta social y de cambio”, puntualiza el director artístico. Dichas capacitaciones se realizarán en comunidades como San Juan La Laguna, en Sololá.