El Ferrocarril de los Altos comenzó a funcionar el domingo 30 de marzo de 1930, durante la presidencia de Lázaro Chacón, principal impulsor del proyecto, que uniría a Quetzaltenango con el resto del sistema vial nacional.
De acuerdo con las referencias de la época, “miles de vecinos procedentes de lejanos lugares llegaron a la ciudad de Quetzaltenango, para presenciar el acontecimiento”.
“Después de realizar exitosamente la prueba de los frenos, el tren más moderno de Guatemala emprendió el viaje inaugural”, refiere el licenciado José Molina Calderón. Además, por primera vez se escuchó la obra musical de Domingo Betancourt, escrita, especialmente, para la ocasión: El Ferrocarril de los Altos.
La elegante sucesión de seis vagones, ocupados por visitantes distinguidos, se puso en marcha con una rítmica y suave trepidación, muy alejada del escandaloso estruendo de los ferrocarriles tradicionales.
Fueron mucho más sonoras las efusivas ovaciones y los gritos de júbilo de los circunstantes.
El Ferrocarril de los Altos fue la última pieza del sistema de ferrocarriles, instalado en los últimos 50 años, a partir de la administración del presidente Justo Rufino Barrios. En el curso de esas cinco décadas se instalaron entre mil y mil quinientos kilómetros de vía férrea.
También fue el ferrocarril más avanzado tecnológicamente. La energía del vapor de agua fue reemplazada por la energía eléctrica. Las grandes humaredas producidas por la combustión del carbón se esfumaron.
Desaparecieron también los depósitos de carbón y de agua. El resultado fue un tren mucho más silencioso y mucho más limpio. O, como se diría hoy, mucho más amistoso con el ambiente.
La energía era suministrada por cables, procedentes de la planta eléctrica Santa María, una obra de ingeniería tan excelente que aún hoy, con reparaciones y reemplazos, provee electricidad a localidades del Occidente”, según indica el licenciado Molina Calderón.
El recorrido
La vía férrea se extendía sobre una longitud de 50 kilómetros, desde Xela a San Felipe Retalhuleu, en donde se unía al Ferrocarril Central. Así, el departamento de Quetzaltenango quedaba articulado al resto del país.
En su recorrido, el Ferrocarril de los Altos se detenía en ocho estaciones: Cantel, Zunil, Agua Amarga, Las Cuevas, Santa María, Pirineos, La Dicha y, finalmente, San Felipe Retalhuleu.
El 12 de diciembre de 1930, el presidente Chacón renuncia. El 2 de enero del año siguiente asume la presidencia José María Reina Andrade, quien convoca a elecciones. Ganador de los comicios, Jorge Ubico asume la presidencia el 14 de febrero de 1931.
El fin del ferrocarril
A mediados de septiembre de 1933, en Quetzaltenango, un temporal ocasionó derrumbes y socavamientos que causaron graves daños a la infraestructura del ferrocarril. El licenciado Molina Calderón considera que “ese temporal fue un fenómeno comparable con el huracán Mitch”.
Muchos vecinos de Xela se presentaron como voluntarios para participar en la reparación de los daños, pero el gobierno de Ubico prohibió a los particulares trabajar en la restauración del ferrocarril.
De no ser por el puente de Zunil, la estación de Xela y algunas fotografías testimoniales podría creerse que el Ferrocarril de los Altos fue solamente un sueño.
El 1 de junio de 1944 el ferrocarril había dejado de existir. Ese día un huracán político arrastró a la extinción al gobierno del presidente Ubico. El intento de prolongar la dictadura, mediante el sucesor de Ubico, Federico Ponce Vaides, llegó a su fin con la revolución del 20 de octubre de 1944.