Recuerdo haber salido de una sala de cine en 2007 después de ver la épica 300, y decir: “¡Perfección! No me perderé ni un solo filme de este tal Zack Snyder”. También recuerdo que, dos años después, al terminar el pre-estreno de Watchmen, pensé: “Vaya peliculón, pero qué final tan feo. Nadie es perfecto, menos Snyder”.
Y esa ha sido mi relación con la obra de este cineasta estadounidense que, hasta hace unos días, no me había provocado tanta emoción como con la historia de los eufóricos espartanos.
Pero ya llegó, levitando en el cielo del streaming, la Zack Snyder’s Justice League. Esta obra, también conocida como Snyder Cut, es un fascinante filme que se puede ver desde dos puntos de vista. Primero, la obra en sí, que no es perfecta, pero igual no pedimos ni necesitamos perfección. Al tener una película de cuatro horas de duración, resulta lógico esperar lo mejor de este cineasta, pero también lo peor.
Los detalles que en cualquier otra ocasión nos resultan fastidiosos, en Snyder Cut se perdonan. Por ejemplo, no hay tiempo que perder en lamentarse por los momentos forzados #MeToo de Wonder Woman, porque estamos viendo una maravillosa historia de batallas entre dioses, superhombres, demonios, extraterrestres y demás, por destruir el mundo o por defenderlo.
“Hay más tiempo para desarrollar a nuestros héroes, para presentarlos, para sentir empatía por ellos”.
Se agradece el formato cuadrado del filme (1.33:1), ya que ayuda a prevalecer la importancia del personaje. Además, hay más tiempo para desarrollar a nuestros héroes, para presentarlos, para sentir empatía por ellos. Flash dejó de ser el “tonto chistoso”, y se convirtió en el “novato”, y conocemos mejor de dónde surge el aura conflictiva de Cyborg.
Y el segundo punto de vista es el movimiento #ReleaseTheSnyderCut. Era impensable que a millones de fanáticos le llegara a interesar lo que Snyder quería contar en Justice League. Era aparentemente imposible que la productora le entregara al cineasta las tomas que había realizado para el corte original. Pero en contra de todo y con la ayuda mediática del movimiento #ReleaseTheSnyderCut en redes sociales (con el apoyo de los actores de la cinta), y unas cuantas decenas de millones de dólares para el rodaje de nuevas escenas, se produjo este título.
Pienso que esto dejará precedentes. Este no será el único caso de un filme que no alcanza las expectativas en taquilla y con la crítica, pero que tendrá una segunda oportunidad con una versión alternativa que, además, representa su visión original. Esto va más allá de un Director’s cut y añadir dos o tres escenas al azar, ya que la idea es presentar algo diferente, más grande, impactante, impredecible e inolvidable.
No alabaré a Snyder en esta columna. Me sentiría hipócrita al hacerlo, ya que llevo años criticando su trabajo. Pero hoy entiendo que es un artista y realiza cine de autor, nos guste o no su obra, con todo y su distintivo uso de la cámara lenta. “Si a Snyder Cut le quitamos las tomas en cámara lenta, queda de una hora y media de duración”, es una de tantas críticas que he leído. Para mí, en esta ocasión, será mejor apreciar que destruir.
Por cierto, ¿exagero al decir que la Wonder Woman de Snyder es la mejor de todas, hasta ahora?