En el Día Mundial del Síndrome de Down, compartimos cuatro historias de sueños y retos alcanzados.
Sueños, retos y metas como cualquier otra persona, son las que mueven a niños y jóvenes con síndrome de Down, las que buscan ser aceptados e incorporados en los espacios familiares y sociales, sin ningún tipo de atención especial.
María de Jesús Yela, licenciada en Psicología Clínica, menciona que el síndrome de Down es una condición que ocurre cuando aparece una alteración genética en los cromosomas. Lo normal es que las personas, al nacer, tengan 46 cromosomas, pero en el caso de ellos el número es mayor.
Yela refiere que por su condición, el proceso de desarrollo sea más lento, “pero pueden lograrlo todo”. “Entre más estimulados estén, tendrán mejores expectativas de vida. Lo más importante es tratarlos como un niño más”, recomienda.
El inicio de una vida
Sara Lucrecia Sánchez, mamá de Diego Alejandro Santiagos Sánchez, de 1 año y 5 meses, cuenta que luego de tener dos hijos en su primer matrimonio, decidió concebir otro. Explica que, debido a su edad, se sometió a pruebas para quedar embarazada. Luego trató de asegurarse que el bebé viniera bien, lo cual le confirmaron. Sin embargo, al momento de dar a luz, la pediatra le dijo que el pequeño venía con síndrome de Down.
Lo que más les preocupó en ese momento fue que la doctora les dijo que el bebé padecía poliglobulia, lo cual era urgente de tratar. “Sabemos que va a requerir muchas terapias y estimulación para desarrollarse lo más adecuadamente posible, pero también sabemos que va a alcanzar todo lo que se proponga, de una forma más lenta, pero lo va a lograr”, manifiesta. La mamá comenta que muere “por verlo corriendo, disfrutando de la vida y estudiando en el colegio”, como cualquier niño.
El calor de un hogar
Hace 14 años, Rocío Espinoza y Mario Gaitán, padres biológicos de 4 hijas, decidieron adoptar a una niña con síndrome de Down, luego que fue abandonada con solo 6 días de nacida. Se dieron la oportunidad de ofrecer el amor y cuidados que ella necesitaba.
“Desde que llegó a nuestras vidas, es el pilar que nos mantiene unidos como pareja y familia. Ahora no nos imaginamos nuestra vida sin ella. Ha sido una de las mejores decisiones de nuestras vidas”, dice Rocío.
Ángela María Gaitán Espinoza ha demostrado que con esfuerzo y dedicación todos somos capaces de alcanzar nuestros sueños. A sus 14 años, es campeona nacional de gimnasia rítmica.
“A veces nos da miedo pensar que algún día ya no vamos a estar para cuidarla, pero la apoyamos para que pueda valerse por sí misma y desarrolle todas sus capacidades”, comentaron los padres.
Sueño sin límites
La joven Isabella Springmuhl Tejada es un ejemplo de vida, enseña que para quien quiere, nada es imposible, y que con esfuerzo y trabajo se cumplen los sueños. Isabella, de 24 años, es la primera guatemalteca diseñadora de modas y conferencista internacional. Por su condición, dos universidades no la aceptaron para estudiar Diseño de Modas, por lo que su formación ha sido empírica. Sus diseños son tomados por artistas y artesanos, quienes utilizan textiles y güipiles nacionales.
Su trabajo no solo le ha permitido cumplir su sueño de elaborar hermosas piezas de vestir, sino que genera ingresos y mejora la calidad de vida de artesanos y artesanas. Su carrera arranca en 2016, al ser invitada a participar como diseñadora emergente en el Fashion Week de Londres. Fue nombrada por la BBC como una de las 100 Mujeres Influyentes del Año. Ha presentado colecciones en pasarelas de Italia, Estados Unidos, México, Panamá y Costa Rica.
Dedicación y constancia
Katia Iacoponi es otro ejemplo de que las personas con síndrome de Down son capaces de todo, que con esfuerzo y dedicación pueden alcanzar sus sueños y metas, al igual que todas las personas.
La joven, de 26 años, es Bachiller en Ciencias y Letras, y asistió 2 años a la universidad. Cursó un año de Diseño Gráfico, ha estudiado flamenco, pintura y temas sociales. Ha recibido reconocimientos por su esfuerzo y dedicación, y se ha desempeñado en el área laboral.
“Ha sido una experiencia muy linda, porque a veces las mamás creen que ellos no pueden, pero sí”, afirma Maribel Escobar de Iacoponi, mamá de Katia. Dice que siempre la han acostumbrado a hacer lo mismo que sus hermanas grandes: lava su ropa, limpiar su cuarto y su baño, lo que le ha ayudado a crecer y ser un ejemplo. “A veces, uno de mamá los quiere subestimar o tratarlos con más delicadeza, pero ellos pueden hacer de todo, solo hay que tener paciencia, para que vayan aprendiendo”, comentó.
“Entre más estimulados estén, tendrán mejores expectativas de vida.”
María de Jesús Yela, psicóloga Clínica
