Ser nómada en EE. UU. es ser parte de una aspiración muy americana en busca de nuevas tierras, sueños, inspiración y prosperidad. Enfrentar y atravesar el desierto era parte de una emancipación propia de búsqueda y libertad, como En el Camino, de Jack Kerouac. Ahora, ¿qué pasa cuando nos empujan a enfrentar esa nada luego de que perdemos nuestras posesiones, nuestra ciudad y seres queridos?
Nomadland es una película que, en cierto modo, busca dar dignidad a aquellas personas que fueron víctimas de las circunstancias y lo perdieron todo. La cinta está ubicada en un período de la Norteamérica en el ocaso del presidente George W. Bush y el primer año de Barack Obama, cuando millones de estadounidenses fueron víctimas de la “gran burbuja inmobiliaria”.
El filme está protagonizado por la siempre espléndida Frances McDormand, quien encarna a Fern, una mujer que luego de perder su hogar, su pueblo y su esposo, se ve obligada a irse al oeste en su camioneta junto a las pocas posesiones que le quedan, y buscarse una nueva vida.
“Cuando un plato se rompe o la ropa se rasga, cada persona está un paso más lejos de su antiguo hogar”.
Fern conoce a estos grupos de personas, llamados nómadas, que al igual que ella están agobiados por la pérdida y la pobreza, y que intentan reconstruir sus vidas con dignidad e integridad desde la marginalidad. Son miles, acaso millones, los estadounidenses que viven en estas condiciones. En este escenario trágico descubrimos personajes que reflejan en cada línea de sus rostros el engaño de la vida y la farsa del sueño americano.
Los nuevos hogares ya no son de concreto o madera, son sus autos y sus camionetas. Es difícil entender, por ejemplo, que cuando un plato se rompe o la ropa se rasga, cada persona está un paso más lejos de su antiguo hogar. La directora Chloé Zhao, quien ha sido multilaureada en esta accidentada temporada de premios cinematográficos, nos muestra un universo de estadounidenses rotos y olvidados por su propio país.
Con una brillante fotografía del desierto y el oeste, conocemos a esta dinámica entre personas que hacen lo posible por hacer sentir humanos a aquellos que se sienten como espectros, luego de ser barridos por esa gran crisis. Zhao se enfoca en los relatos de cada uno de los personajes, que en algunos casos, están en el ocaso de sus vidas y que, como último sueño terrenal, desean obtener una muerte digna. “Nos veremos en el camino”, se dicen entre ellos, una frase de un consuelo profundo frente a una soledad cruel y lapidaria.
Con la pandemia, no solo en EE. UU., también en Guatemala, que es un país ultrasensible a efectos mariposa y apocalipsis bíblicos, muchos de nosotros perdimos algo: trabajo, sueños, familiares, amigos, dinero, un techo propio, sustento y fe.
Nomadland es un retrato desolador, agridulce y bello en el que encontramos una humanidad resquebrajada bajo la tiranía del capitalismo y los vicios mundiales. Es una película que nos conecta con nuestra humanidad y nos deja con la sensación de valorar y agradecer por cada momento de bienestar y por la gente que tenemos a nuestro alrededor. Nos invita a ayudarnos entre todos, aunque los que tienen todo no les guste y lo condenen.