viernes , 22 noviembre 2024
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El territorio del pueblo ladino (I)

Pensando en el reconocimiento que se hizo hace 25 años en los Acuerdos de Paz, sobre la existencia de cuatro pueblos en este
territorio llamado Guatemala, intento aclararme algunos conceptos con el fin de aportar a la construcción de esa pluriculturalidad o plurinacionalidad que perfilamos como un punto de llegada en nuestra historia colectiva.

El Acuerdo de Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas indica que los pueblos que coexistimos son los pueblos maya, xinka, garífuna y ladino. Explícitamente, se expone que históricamente se ha afectado y sigue afectando profundamente a los pueblos indígenas, negándoles el pleno ejercicio de sus derechos, registrando que han sido sometidos a niveles de discriminación de hecho, explotación e injusticia por su origen, cultura y lengua.

Se sitúa el derecho a la identidad como pueblos indígenas, sus derechos políticos y culturales, civiles, políticos, sociales y económicos, reconociendo la lucha contra la discriminación y situando la necesaria restitución de territorios comunales y de las frecuencias radiales, como parte de esos ámbitos que han sido despojados. El territorio de los pueblos indígenas ha ido de más a menos, hasta obligarles a que se ubiquen en lugares específicos, en donde han construido su identidad cosmogónica.

Inicialmente fue un pueblo sin territorio reconocido.

Por eso ahora quiero problematizar el hecho de que no se habla del territorio del pueblo ladino. El pueblo ladino es un pueblo cuyo origen se remonta al bastardismo; es decir, los ladinos somos los hijos rechazados de los españoles que despreciaron la sangre india que corría por nuestras venas. Inicialmente fue un pueblo sin territorio reconocido, pero eso no significa que como sector poblacional no se haya ido acumulando un poder que se hace sentir en los diferentes lugares en donde nos situamos.

Lo que llama mi atención es que no nombrar el territorio del pueblo ladino nos coloca en el entramado social como lo que no requiere ser pensado ni definido, porque somos el centro que no debe ser cuestionado. Repensar nuestra historia significa cuestionar ese territorio simbólico y material del ejercicio del poder, en tanto que nos convertimos, durante el proceso de colonización, en la casta social que permitió la opresión de los pueblos indígenas que, en este Acuerdo de Paz, pretenden ser resarcidos por esa historia de expolio. 

Continuará…

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