viernes , 22 noviembre 2024
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Su nombre era Robert Paulson

Actualmente mi lectura de cabecera es el libro que lleva por título Make Something Up, Stories You Can’t Unread, de uno de mis escritores favoritos, el estadounidense Chuck Palahniuk. En este momento, es probable, querido lector, que usted se pregunte por qué debería interesarle saber lo que yo leo. Probablemente tiene usted razón. A nadie debería interesarle, pero necesitaba mencionar esto para darle contexto a la columna de hoy. 

Creo que muchos, al menos yo, descubrimos la literatura de Palahniuk, cuando apareció el ahora filme de culto Fight Club (El club de la pelea), dirigido por el gran David Fincher, y basado en la novela homónima de este escritor. Si ustedes vieron la película estarán de acuerdo conmigo en que se convirtió en una cinta esencial del cine contemporáneo. Lo que me lleva a su soundtrack tan particular. Aquí entra la genialidad de sus creadores, The Dust Brothers (E.Z. Mike y King Gizmo), un dúo estadounidense conocido por sus colaboraciones musicales con artistas como The Beastie Boys, Beck y White Zombie, entre otros. 

Tenía aproximadamente 20 años de no escuchar este soundtrack. Hace poco lo desempolvé para escucharlo ya que, en el libro que leo actualmente, Palahniuk hace algunos guiños a su novela Fight Club a manera de broma. Eso me provocó volver a oír el disco. Darle play de nuevo fue como volver a ver a un viejo amigo, y, por alguna razón extraña, sus misteriosas atmósferas y loops electrónicos hicieron más sentido ahora que cuando lo compré, hace ya muchos años.

“Definitivamente, el soundtrack de Fight Club se añejó muy bien, como una buena botella de vino.” 

Definitivamente, es un disco que se añejó muy bien, como una buena botella de vino. Es una joya atemporal y difícil de etiquetar. A mi parecer, en eso radica su genialidad. Algunas bandas sonoras realmente nos permiten volver a visitar la película sin siquiera verla, y este soundtrack sin duda lo hace. Puedo garantizarles que si lo escuchan no podrán resistirse la tentación de volver a ver Fight Club, pero, incluso si no lo hacen, escuchar solamente el álbum vale la pena en todo sentido. Recordemos también que este material salió al mercado en un momento en la historia de la música en la que se habían producido grandes discos de la música electrónica. 

Cuando mencioné que este disco cobró más sentido con los años es porque entendí que también es una especie de réquiem para uno de los caídos; alguien a quien no deberíamos olvidar. Recordarlo siempre mientras repetimos su nombre como una especie de mantra para tenerlo presente en nuestras vidas: “Su nombre era Robert Paulson, su nombre era Robert Paulson, su nombre era Robert Paulson, su nombre era Robert Paulson”.

Aunque quisiera hablarles más de él, no puedo. Creo que ustedes ya conocen las reglas y, si no las recuerdan, no está de más rememorarlas. “La primera regla del Club de la pelea es: Nadie habla sobre el Club de la pelea. La segunda regla del Club de la pelea es: NADIE habla sobre el Club de la pelea. NADIE”. Para escuchar: todo el disco. 

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