El Plan de gobierno del coronel Árbenz, inspirado en el nacionalismo económico y en el desarrollismo, se basaba en tres pilares fundamentales.
Los tres pensados para quebrar los monopolios extranjeros que dominaban ciertas actividades económicas del país y que aseguraban la independencia económica de Guatemala.
Así, la propuesta de la construcción de la Carretera hacia el Atlántico, para quebrar el monopolio de los ferrocarriles de la IRCA; la construcción de la hidroeléctrica Jurún Marinalá, para quebrar el monopolio del subsector eléctrico por parte de la Ebasco y la reforma agraria, para quebrar el oligopolio de la tierra por la frutera UFCO y la clase terrateniente del país.
Expuestos en lenguaje sencillo y concreto, causó buena impresión en el electorado. Sin embargo, las ideas de Árbenz, señala el historiador Valentín Solórzano, encontraron en 1951 un mundo en donde: “… habían desaparecido muchas de las buenas condiciones y optimismo de los años comprendidos entre el final de la Gran Guerra y el principio de los años 50.
”Habían desaparecido muchas de las buenas condiciones.“
Además, se crearon regímenes de cuotas de exportación de artículos, entre los que estaban varios implementos y maquinaria agrícola y de repuestos para camiones…” Las tensiones económicas del país, que durante el gobierno de Arévalo provocaron complicaciones serias con empresas extranjeras.
El claro credo nacionalista fue derivando progresivamente en un antiimperialismo que también pasó por el tema de la electricidad, pues, de acuerdo con Solórzano: “La construcción de las fuentes de suministro eléctrico necesario para la industrialización del país y el desarrollo de una producción agrícola diversificada de exportación…”, se convirtió en el esquema modernizante del país pero se fundamentaba en la competencia impulsada desde el Estado contra los capitales extranjeros”.
Según estas ideas, una vez construida Jurún Marinalá, se esperaba que esta planta hidroeléctrica pudiera generar la energía necesaria para: “…sustituir la importación de una parte importante de artículos industriales por artículos similares o iguales de fabricación local, lo que traería como consecuencia aumentar la capacidad de compra generada por las exportaciones en la adquisición en el exterior de bienes de capital necesarios para el desarrollo…”, apunta Solórzano Fernández.
El nacionalismo económico enfrentado al capital extranjero llevó a una primera crisis en 1952, cuando el gobierno de Árbenz intervino la Empresa Eléctrica del 16 de julio al 10 de noviembre con el objeto de restaurar el servicio eléctrico suspendido por una huelga de trabajadores, situación que se solucionó cuando una Sala de Trabajo resolvió a favor del aumento de salario de los trabajadores.