El confinamiento social les sirvió para ingeniárselas y buscar la forma de continuar sus actividades productivas.
La pandemia del Covid-19 ha provocado fuerte impacto en la vida de las mujeres, fuera y dentro de sus hogares, así como en la forma en como se desenvuelven en la sociedad.
La emergencia que provocó el confinamiento las obligó a reinventar su labores y sus profesiones, con la consigna de nunca rendirse.
En diferentes sectores de la sociedad, las féminas demostraron su capacidad de liderazgo y tenacidad para vencer obstáculos, pese a las desigualdades. En el Día Internacional de la Mujer presentamos estas ocho inspiradoras historias:
Alma Melgar, madre
Para Alma Melgar, de 59 años, criar a su hijo es un camino con muchos retos. Ha sido una guía para Diego Pérez, quien a través de la Fundación Margarita Tejada inició un emprendimiento: Delicias Diego, que ofrece jaleas y otros productos alimenticios. Surgió durante la emergencia por el coronavirus y, gracias al apoyo de Alma, han logrado crecer y seguir en capacitación. Ella pide a otras madres con hijos con discapacidad a que nunca se rindan, y siempre estén con sus hijos.
Gabriela Mazariegos, artista
Gabriela estaba en su casa, atenta a la cadena nacional, cuando el presidente Alejandro Giammattei anunció que se suspenderían todas las actividades en el país. Ese año su academia de música cumplía 10 años de funcionar, atendiendo a niños desde los 3 meses hasta los 14 años, con estimulación temprana, iniciación musical, piano, violín, guitarra y canto.
Ahora ha logrado recuperar a muchos de los niños que habían decidido no seguir con sus clases. Para ella, la pandemia fue darse cuenta de que la vida trae obstáculos y es uno quien debe adaptarse y aprender para superarlos.
“La pandemia me hizo darme cuenta de que la vida trae obstáculos, pero es una la que debe adaptarse y aprender a superarlos”, Gabriela Mazariegos, artista.
Mayra Duarte, enfermera / Bombera
Durante casi nueve meses, Mayra Duarte, de 50 años, trabajó en la primera línea afrontando la pandemia. Atendía a pacientes que acudían a los Centros de Bienestar Respiratorio, instalados por la Municipalidad de Guatemala y el Ministerio de Salud para atender casos sospechosos de Covid-19. Bombera municipal departamental y enfermera en varios hospitales, contaba la experiencia de ver morir a algunos amigos por la pandemia. Sobreviviente del cáncer, está satisfecha con el trabajo que realizó y ahora disfruta de sus hijos y sus nietos.
Rebeca Grajeda, emprendedora
Rebeca Grajeda, de 28 años, es una estudiante de Diseño que ha laborado en distintos proyectos con diferentes empresas a nivel nacional. Debido al coronavirus y a la situación de salud de su madre tuvo que dejar la universidad y el trabajo, y quedarse en casa para cuidar de su familia. En el confinamiento, y con su experiencia cocinando postres y fiambre, estableció su negocio propio, por medio de las redes sociales. Realiza alimentos saludables en su emprendimiento Tremenda Fortuna. Su meta es abrir su negocio propio en su casa.
Sandra Santos, agente de la PNC
Sandra Santos es agente de Policía Nacional Civil (PNC), es parte del equipo del Grupo de Reacción Inmediata Lobos, y ha pertenecido a la institución durante 2 años con vigilancia en varios sectores de la ciudad de Guatemala. Se ha dedicado en este tiempo de pandemia en proteger y servir a la población de forma rápida e inmediata, por medio de las unidades motorizadas. Durante los recorridos que realiza en horario nocturno ha recibido apoyo moral de su familia, al saber de su valiosa participación para seguir protegiendo a la población.
Sonia Henández, maestra con discapacidad visual
Sonia Hernández, de 51 años, ha sido miembra por 22 años del Benemérito Comité Pro Ciegos y Sordos de Guatemala, es una persona con discapacidad visual, y ha sido maestra de ábaco en el Centro de Rehabilitación Integral durante 4 años. Al iniciar el brote del virus tuvo la dificultad de no impartir clases presenciales, y por medio de su familia recibió el apoyo para poder habilitar las opciones de voz, por medio de su dispositivo móvil.
Elizabeth Valenzuela, maestra
La dificultad de algunos alumnos para tener acceso a tecnología y estudiar en línea, llevó a la maestra Elizabeth Valenzuela, de 45 años, a buscarlos para que no perdieran clases. Preocupada por la educación de los niños, imparte tutorías personalizadas en el atrio de la pequeña iglesia, o de casa en casa, en el Cantón Lourdes, zona 17 capitalina. Ella cree que, cuando los docentes y la comunidad se unen, los menores pueden alcanzar buenos resultados.
Ana Samayoa, médica
“La pandemia nos enseñó el valor de la vida y el respeto hacia los demás”, dice la doctora a cargo de los pacientes con Covid-19 del Hospital Roosevelt, Ana Johanna Samayoa. La doctora Samayoa fue la primera en recibir la vacuna en este centro asistencial. Desde el principio de la pandemia, ha sido la encargada de esta área y su trabajo es reconocido por las autoridades del Roosevelt. “Nunca en mi carrera había visto morir a tanta gente”, indica la profesional.