Por: Jorge Antonio Ortega
La tecnología irrumpió el ámbito de la enseñanza-aprendizaje, de una manera que nadie se imaginaba. Existían plataformas educativas que se utilizaban como complemento de las clases tradicionales y presenciales pero, con la llegada de la pandemia en 2020, todo cambió repentinamente, con el afán de mantener activo el proceso y ciclo educativo hasta el nivel universitario.
Para algunos (alumnos y docentes) fue traumático el cambio pero, conforme pasó el período de adaptación y la necesidad de no perder el tiempo, se establecieron manuales operativos de las plataformas.
Hoy, la mayoría se desplaza con mucha habilidad y destreza entre plataformas educativas y videoconferencias, en Zoom, Google Meet y Microsoft Teams, entre otros.
Los desafíos son múltiples, del paso del pizarrón a la pantalla inteligente de un dispositivo electrónico (computadora, teléfono celular y otros…). El primero es la autodisciplina, como un compromiso permanente del alumno de asistir a las videoconferencias y realizar sus tareas. El segundo es del docente que asume el rol de ser guía y mentor de sus alumnos, utilizando la mayor cantidad de recursos de las plataformas educativas.
La educación virtual u online llegó para quedarse, no hay paso atrás, y todo gracias a la pandemia que aceleró su disrupción en Guatemala, en algunos casos fue una docencia remota de emergencia, en otros, la consolidación de los protocolos y las plataformas educativas.
Hay que tener en cuenta que las instancias de educación superior están a la vanguardia de los nuevos requisitos de la tecnología, la Inteligencia Artificial (IA) es el nuevo reto y su aplicación en la docencia a todo nivel.
Es necesario aceptar que el 2020 cambió nuestra forma de interacción humana y, por ende, nuestra formación. La comunicación en todos los entornos del quehacer humano giró a lo digital, lo cual hoy por hoy es algo habitual, así como los estudios desde casa. Los procesos híbridos en los sistemas educativos son en realidad medidas paliativas, en espera de retornar a las normas del pasado reciente.
Los desafíos que genera la exploración del nuevo ámbito académico es de incertidumbre, lo cual es normal, máximo por su abrupta instalación en el medio educativo, pero aquí aplica que, a mayor dificultad, mayor creatividad de los docentes para adaptar a los estudiantes a la virtualidad del aula y motivarlos a iniciar un viaje exploratorio a través de la tecnología, la realidad virtual, la inteligencia artificial y todo el universo de propuestas innovadoras de
las universidades.
La objetividad, la comodidad y la seguridad que plantea esta nueva modalidad educativa es un asunto de adaptación, como todo en la vida.
Hay que estar atentos a las estadísticas que en este momento son favorables con respecto a los índices de deserción, el mejoramiento del rendimiento académico, la asistencia a las videoconferencias y la puntualidad de los
estudiantes.
Definitivamente, el docente debe aprovechar todos los recursos de la educación digital, aprender a utilizar la tecnología, facilitar la educación alcanzando metas y definiendo objetivos medibles, para llevar a los pupilos en ese espectacular viaje al conocimiento, en forma cómoda
y amigable.
El reto es grande, se requiere de una disciplina de innovación permanente, creatividad y estar atento, a los avances de la tecnología; se requiere de maestros comprometidos con su profesión y estar claros que su rol en el aula virtual gira dentro de los parámentos de guía de las diversas rutas para llegar al conocimiento.
Administrador del tiempo y del espacio en la virtualidad, y ser un mentor de sus alumnos haciendo lo más amigable posible el proceso de enseñanza-aprendizaje. Reitero que la educación digital llegó para quedarse.
