Gracias a mi profesión de comunicador social, he tenido la oportunidad de conocer a un gran número de guatemaltecos que trabajan en el cine. Hay algo en ellos, los cineastas nacionales, que he notado que comparte la gran mayoría: una chispa de locura en sus miradas.
Hacer cine en Guatemala, como otros oficios, no es fácil. Basta con platicar con alguien que haya trabajado en la producción de una película guatemalteca para saberlo, y preguntarse “¿les gusta sufrir o qué?”.
En 2015 tuve la oportunidad de entrevistar a Jayro Bustamante. En ese tiempo comenzaba la promoción de su ópera prima, Ixcanul. Años después nos volvimos a ver para hablar de su segundo filme, Temblores.
Más que entrevistas, esos encuentros se convirtieron en charlas acerca de la importancia de que el mundo conozca las propuestas del cine guatemalteco, lo valioso del trabajo en equipo y lo perjudicial de la piratería hacia las productoras independientes. Estas conversaciones las guardo con aprecio en mi baúl de los recuerdos.
Jayro me pareció un soñador valiente y talentoso, con ideales y objetivos fijos, y determinado a utilizarlos dentro de sus creaciones.
En la actualidad, uno de los temas de moda en Guatemala es el gran número de premios y nominaciones que está obteniendo La Llorona, el tercer filme de Jayro. Ya ganó en el Festival de Cine de Venecia, la National Board of Review, la Boston Society of Film Critics y los Satellite Awards. Dentro de unos días competirá en los glamurosos Globos de Oro y, el próximo mes, esperamos una nominación al Oscar.
El hecho de que un filme, que se trabajó en Guatemala y con talento nacional, ahora sea reconocido mundialmente, es una noticia fenomenal. ¿Cuántos jóvenes en el país pueden motivarse ahora para soñar con ser cineastas y contar sus historias? ¿Cómo crecerá el prestigio mundial de ser un cineasta guatemalteco? ¿Avanzará la esperada iniciativa de la Ley de Cine en Guatemala?
Además de alegrarnos por este fenómeno, el cual seguramente marcará un antes y un después en la producción de cine en Guatemala, ¿qué nos queda a nosotros, los cinéfilos? Pues, ¡celebrar!
Y lo podemos hacer de la mejor manera: viendo el filme en una pantalla gigante. Desde hoy, las cadenas de salas de cine en Guatemala proyectarán La Llorona, algo que seguramente debe ser una experiencia inolvidable, debido a los intensos planos de secuencia y escenas de suspenso que resultan maravillosas, entre otros logros.
Así que, querido lector, te invito a compartir todos los logros de La Llorona en tus redes sociales, a esperar si el Globo de Oro se va para las manos del guatemalteco, y a comprar nuestra entrada a una sala de cine y disfrutar de este histórico título que, guste o no su temática, el resultado es un hermoso filme fantástico, con elementos de drama y terror.
