Pablo Allard Serrano Facultad de Arquitectura y Arte
Mientras progresa el plan de vacunación en Chile, y muchas comunas avanzan “paso a paso” hacia el desconfinamiento, ya más de dos millones de compatriotas obtuvieron permiso de vacaciones. Este desplazamiento masivo nos permitirá visitar otras localidades y reflexionar respecto al futuro de nuestras ciudades. Chile cuenta hoy con tres grandes áreas metropolitanas: Santiago, el Gran Valparaíso y Gran Concepción; y se espera que a finales de la década al menos siete ciudades intermedias se consideren metrópolis. No tanto en su tamaño o población, como en su complejidad. En términos de crecimiento, pese a que la Región Metropolitana (RM) aún concentra cerca de 8.5 millones de habitantes y el 40% del PIB nacional, hoy muestra tasas menores de crecimiento poblacional que el de otras 12 regiones. Según el Censo 2017, la RM presenta una tasa de migración interna neta de -2.2%, lo que indica que está perdiendo más población de la que recibe. Esta tendencia descentralizadora se ha visto reforzada por la pandemia. Un estudio reciente del Centro de Data Science de la Universidad del Desarrollo (usando datos anonimizados de localización de teléfonos celulares), para noviembre de 2020 y comparado con marzo, el 4.7% de la población habría abandonado la RM para instalarse en otra región. Esto es cerca de 400 mil personas, más población que la de varias regiones de Chile, en su mayoría empleados o estudiantes universitarios, que pudiendo teletrabajar han dejado la RM de manera semipermanente, para pasar las cuarentenas en sus ciudades de origen o en otras localidades, en el último año. No todos van a segundas viviendas en el litoral, ya que las comunas que encabezan estas salidas no son solo Santiago, Las Condes o Providencia, también están Ñuñoa, Maipú y Puente Alto. A su vez, como destino, una gran mayoría de estos dispositivos se instalaron en la Región de Valparaíso (alrededor del 30%), seguido por la Región de O’Higgins (14%), y después las regiones de Coquimbo, Maule, Bío Bío y La Araucanía (con alrededor del 8% cada una). Debemos detectar las ventajas y posibles riesgos asociados a esta ola descentralizadora, y revisar si nuestras ciudades intermedias tienen capacidad para recibir y capitalizar esta llegada de capital humano calificado. En ese sentido destaca una serie de iniciativas regionales de origen local y naturaleza público/privada, que han logrado generar una visión de desarrollo y carteras de proyectos que pueden mejorar la calidad de vida en varias ciudades. Como es el caso del CREO Antofagasta, generando un Plan Maestro con 250 iniciativas por más de 1.2 mil millones de dólares; la iniciativa “La Ciudad que queremos” liderada por Corporación Ciudades en Punta Arenas; o las iniciativas “Activa Valdivia”, Plades Frutillar y PRES Constitución, entre otras. Sin duda, un efecto secundario que podría ser muy positivo de esta crisis.