Ricardo Fernández Gracia Director de la Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro
A inicios de año asistí a misa de 12, en la catedral de Pamplona. Pude
reflexionar, transcurrida la ceremonia litúrgica, sobre el patrimonio vivido en la naturaleza religiosa del conjunto y su belleza. Pensar y meditar, a la luz de la experiencia, resulta siempre fundamental a la hora de escribir o transmitir algo. Santa Teresa afirmó: “Nada diré, que no sepa por experiencia”. Siglos después, José María de Pereda apostilló: “La experiencia no consiste en lo que se ha vivido, sino en lo que se ha reflexionado”.
Ese mismo día, leí unas declaraciones del pintor Josep M. Gort a La Vanguardia: “El arte es belleza y la belleza es una, como el bien”. Días antes, había interiorizado este pensamiento de don Miguel de Unamuno: “¡Belleza, sí, belleza! Pero la belleza no es eso, no es la del arte por el arte, no es la de los esteticistas. Belleza cuya contemplación no nos hace mejores, no es tal belleza”. A la luz de todo ello escribí los párrafos que siguen, que abordan la importancia de degustar un conjunto histórico-artístico de la mano de la multidisciplinaridad, aunando las artes, la música, la liturgia y el patrimonio inmaterial.
La catedral domus artium. Si hay un edificio que se identifica con el período gótico, ese es la catedral que, como es sabido, recibe su nombre por ser la sede o cátedra episcopal, desde donde cada obispo preside y guía a su grey, enseñando, desde el servicio a la comunidad, la vida de fe y la doctrina de la Iglesia. Por tanto, pese a usarse como sustantivo, la palabra “catedral” era adjetivo en la expresión “iglesia catedral”, del latín ecclesiae cathedralis. La cátedra simboliza la importancia del templo en la diócesis. La catedral en su expresión material, como domus artium (“casa de las artes”) es también domus ecclesiae, domus episcopi et domus capituli (“casa de la iglesia, del obispo y del cabildo”). Asimismo, ha sido un auténtico emblema ciudadano y signo de su identidad, en cuya construcción participaron como promotores: casas reales, obispos, cabildo, ciudad, prohombres, gremios y cofradías. La catedral es, sin duda, el edificio urbano en donde el gótico y su cultura alcanzaron su máxima expresión, si bien los siglos posteriores dejaron su huella, fundamentalmente en su amueblamiento.
Las catedrales, también la de Pamplona, poseen unas características propias, no sólo estilísticas en su construcción y dotación, sino en su ceremonial y usos propios, algunos de ellos llegados hasta el presente. Como bien patrimonial, forman parte de la identidad cultural de la ciudad, definida históricamente a través de múltiples aspectos, en los que se plasma su cultura, como las relaciones sociales, los ritos, las ceremonias propias y los comportamientos colectivos, esto es: las creencias y los valores inmateriales y anónimos, producto de la colectividad.
Como es sabido, toda celebración ciudadana estuvo muy ligada históricamente a la catedral. La fiesta, también la religiosa, es un fenómeno dinámico y sus tradiciones se mantienen, se pierden, reaparecen o se crean con el paso de los años. En su seno se han producido continuos cambios, y posee conexión con el pasado y con el futuro. En general y, aparentemente, las fiestas se han visto mermadas en sus ritos.
Las campanas convocan, el Consejo del Patrimonio Histórico Español aprobó el mes pasado, por unanimidad y a propuesta del Ministerio de Cultura, que España inicie los trámites para que el toque manual de campanas sea declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
Las funciones de las campanas han sido tradicionalmente litúrgicas y horarias. El ceremonial para el culto divino de catedrales y templos tenía codificados los diferentes toques, como expresión externa de fiestas de distinto carácter. Sus sonidos estaban vinculados a lo festivo, pero también a lo fúnebre, e incluso a la conjuración de nublados y plagas. Su uso se define con estas frases latinas: Laudo Deum verum (“Alabo al Dios verdadero”), plebem voco (“llamo al pueblo”), congrego clerum (“congrego al clero”), defunctos ploro (“lloro a los difuntos”), pestem fugo (“ahuyento a la peste”), daemonia ejicio (“expulso a los demonios”) et festa decoro (“alegro la fiesta”).
Continuará…