El 10o. álbum de estudio de la banda de Seattle, Foo Fighters, fue publicado el pasado 5 de febrero, en el primer año pospandemia. Es el segundo disco como sexteto, luego del descafeinado Concrete And Gold. Esta vez, aterrizan con Medicine At Midnight, un material con canciones más rítmicas, poperas y, de pronto, bailables.
La vena roquera parece diluirse para dar paso a melodías cuya atención y dedicación se enfoca en dar una experiencia placentera con aires nostálgicos. Eso no significa que Medicine At Midnight carezca de su básico ADN; lo que sucede es que está dosificado y edulcorado. No hay desgarro por parte de (Dave) Grohl.
Entonces, es pop con brillantina roquera, claro que sí. Si esperamos, por ejemplo, que este álbum sea tan feroz como Wasting Light, Echoes, Silence, Patience & Grace, o incluso One by One, vamos a encaminarnos a una desilusión. Como dije, este álbum es la continuación de Sonic Highways y Concrete And Gold.
Making a fire tiene riffs y coros con ganchos poperos y aplausos ritmicos. Es un buen sencillo para abrir un disco. Le sigue Shame shame, cuyo debut fue el 7 de noviembre pasado en el programa cómico Saturday Night Live, un tema para roquear sin que se te caiga la cerveza.
Waiting on a war trae ese aire nostálgico sobre aquellos tiempos en los que se educaba a los niños para enfrentar la guerra. Los simulacros de esconderse debajo del escritorio y ponerse una máscara mientras lo peor sucedía. Algo que nunca llegó, al menos a EE. UU. Aquella paranoia disfrazada de recuerdos infantiles que podrían ser excitantes para un niño que crecía en medio de una propaganda publicitaria disfrazada de miedo, manipulación y orden social. El fin del mundo como lo conocemos y me siento bien, como dice Stipe.
Medicine at midnight, con la que se identifica el disco, es una canción de aires románticos y sentimientos que nos atacan a medianoche entre la añoranza del amor intenso. No son of mine es una dedicatoria ácida a la religión organizada que condena a diestra y siniestra cualquier comportamiento mientras ejerce su control sobre el individuo sangrándole su diezmo: “No son of mine will ever need / To beg forgiveness, no wicked deed / Head full of evil / Heart full of greed / No son or mine, no son of mine”.
Chaising birds es una balada dulce y encantadora sobre lo que nunca se pudo ser. Love dies young es una canción para oír a toda velocidad en la carretera: “Never-ending cementeries, funeral parades / All your dreams are buried in their place”.
Medicine At Midnight es un disco fuera de lo ordinario para la agrupación, al ser, en esencia, un material pop con envoltura roquera. Está muy alejado de los grandes clásicos del grupo y, por momentos, parece una banda tributo a Foo Fighters. Sin embargo, este álbum ofrece otros matices que exploran Grohl y los suyos, y que, aunque carece de vértigo, los hace crecer, por la combinación enorme de sonoridades. Recomendable escucharlo con total tranquilidad y la mente despejada.