Londres, EFE.- Anfield vivió este domingo el cambio de corona de la Premier League cuando
el Manchester City se la arrancó de cuajo a un rendido Liverpool (1-4).
Ni un penal fallado por Ilkay Gündogan ni un error de Ruben Dias. Nada impidió
que el City se aprovechara de dos fallos mayúsculos de Alisson para rematar una
exhibición que deja la Premier muy cerca de volver al Etihad Stadium.
Porque el Liverpool venía muy tocado, de haber visto cómo su fortín de Anfield
se convertía en el jardín de Burnley y Brighton con dos derrotas inesperadas
que hacían de este duelo clave para sus intereses de reengancharse a la
Premier.
“No somos ya candidatos”, apuntó el defensa Andy Robertson en la previa,
quitando presión a los suyos, a la vez que Guardiola y Klopp se enzarzaban en
un cruce de declaraciones sobre quién estaba más descansado y a quién venía
mejor el calendario.
Sea como fuere, la lucha de egos no valía en el campo. El Liverpool salía con
la intención de demostrar el alma de campeón y rondaba la portería de Ederson
con el siempre presente miedo de su defensa, en la que Fabinho y Henderson eran
los guardianes de un equipo que sigue echando de menos a sus centrales.
Al menos arriba recuperaban fuelle y Sadio Mané, con un cabezazo arriba, y
Roberto Firmino, con una volea centrada, endulzaban una primera parte insípida
y con más valor como rompecabezas táctico que como espectáculo para el
aficionado.
Lo tuvo que romper Raheem Sterling, que lleva unos partidos a buen nivel.
Dribló a Alexander-Arnold cortando desde una banda, superó a Fabinho y el
brasileño dejó la pierna de apoyo para derribarle. Penal.
Sin Kevin De Bruyne en el campo, Gündogan, un hombre que ha marcado desde esa
distancia en una final de la Champions, tomó la responsabilidad. Y envió el
balón a las nubes.
Vida extra para el Liverpool, que siguió el mismo guión luego de pasar por el
respiro del descanso. Pero Sterling estaba de dulce. Otra internada, otro
regate. Balón para Foden, disparo bajo, mano de Ederson y Gündogan, con la
rabia del penalti fallido, apareció desde atrás, se anticipó a todos y empujó
la pelota.
Sudores fríos en Klopp, que veía la Premier a 10 puntos de distancia.
Necesitaba una señal para volver al partido y el futbol se la concedió cuando
Ruben Dias regaló el empate.
El portugués pudo despejar un envío en largo, pero erró. Le entregó la pelota a
Salah, que se marchó en carrera solo ante Ederson y Dias le tuvo que agarrar y
tirar al suelo.
Otro penal y esta vez, el infalible Salah no falló.
¿Momento de inflexión? Todo lo contrario. El City no se puso nervioso como otro
año contra los reds, los volvió a
someter. Los avisó con un gol anulado milimétricamente a John Stones y los
golpeó con una jugada de circo en la que Alisson regaló dos veces la pelota. Se
salvó la primera, le dieron otra oportunidad y falló otro pase. Recogió el
regalo Foden, se metió en el área y le dio el pase de gol a Gündogan para que
la empujara de nuevo.
Y no terminó la pesadilla de Alisson, que, más nervioso que un flan, falló otro
pase desde atrás y Bernardo, en el mano a mano, picó el balón para que Sterling
se anotara el tanto sobre la línea de gol y el City un triunfo vital para la
Premier.
Diez puntos separan ya a City y Liverpool, con un partido menos para los de
Guardiola, que además tienen cinco de ventaja sobre el Manchester United.
Si no ocurre ninguna catástrofe, la Premier se vestirá de celeste un año más.